Uno
de los mayores problemas que el ser humano enfrenta en la vida, es el no reconcomiendo
a las autoridades.
Obedecer
a Dios y someterse a las autoridades, es el deber de cada creyente. Dios quiere
que entendamos que todas las personas en autoridad, han sido designadas y
ordenadas por Él, por eso deben ser obedecidas y no tenemos opción al respecto.
Debemos
obedecer a quienes tienen autoridad sobre nosotros; La biblia dice en: (Romanos
12:1-2) “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay
autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.
De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y
los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.”
Dios
no solo guía personalmente, sino que también nos dirige a través de su
autoridad delegada, como: Padres, profesores, policías, jefes, gobernantes,
pastores, líderes, mentores, entre otros.
Puesto
que una autoridad delegada es alguien que representa la autoridad de Dios, esa
persona debe ser obedecida. Ser irrespetuoso o desobediente a la autoridad
delegada por Dios es semejante a ser irrespetuoso o desobediente con Dios
mismo.
Las
iglesias locales han enfrentado por mucho tiempo uno de los males más
significativos que impiden que el reino de los cielos avance, causando
divisiones y todo tipo de problemas, esto es por la falta de conciencia de
recibir y someterse a la autoridad de pastores y de sus colaboradores, pasando
por algo lo que el evangelio de Lucas escribe en una parábola que Jesús
menciona, cuando envía a sus ministros a una vid para que los reciban como a
Él, sin embargo a través de esta narración el Señor demuestra que quienes a sus
enviados no reciben, no pueden recibir al hijo y por tanto no llegaran al
padre, acarreando para sí Juicio.
Comenzó luego a decir al pueblo esta
parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por
mucho tiempo. Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le
diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron
con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo; mas
ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. Volvió
a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. Entonces
el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le
vean a él, le tendrán respeto. Más los labradores, al verle, discutían
entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad
sea nuestra. Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues,
les hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y
dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: !Dios nos libre! (Lucas 20:9-16)
Es
una obligación del creyente sujetarse a las autoridades terrenales o
espirituales, ya que tal actitud no solamente edifica al cuerpo de Cristo en la
tierra, sino que también evita acarrear los juicios individuales para aquellos
que deliberadamente desobedecen a las autoridades establecidas por Dios en la
tierra.
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