Muchos son,
Señor, mis enemigos; muchos son los que se me oponen, y muchos los que de mí
aseguran: “Dios no lo salvará.” Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres
mi gloria; ¡tú mantienes en algo mi cabeza! (Salmo 3:1-3)
En la vida
hay “Aplastadores” como “levantadores”. El salmista dice que a pesar de su
afligente situación, no se desesperó ni se comenzó a deprimir. Porque Su
confianza está en el Señor, Él que levanta Su cabeza.
Cuando nos
encontramos deprimidos, parece que todo a nuestro alrededor se derrumba,
perdemos fuerzas; nuestras cabezas; manos y corazones comienzan a decaerse. Hasta
nuestros ojos y nuestras voces están bajos. Llegamos a estar decaídos porque
estamos mirando a nuestros problemas más que a Dios.
Sea lo que
nos cause el decaimiento, el Señor nos alienta a través de Su Palabra a
levantar nuestras cabezas y nuestras manos y mirarlo solamente a Él.
Uno de esos
ejemplos lo encontramos en Génesis 13:14; Abraham había sido defraudado por su
sobrino Lot, pero Dios en esa palabra le dice que levante su mirada y sus ojos alrededor
en todas direcciones, porque así iba a ser su herencia, hasta donde llegase su
mirada.
El apóstol Pablo
nos anima en 1 Timoteo 2:8 “Quiero, pues, que en todas partes los hombres levanten
las manos al cielo con pureza de corazón, sin enojos ni contiendas”; y El Salmista
nos dice en Salmo 24:7 “Eleven, puertas,
sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria”.
Debemos de
recordar esas instrucciones hoy y siempre; cuando las personas nos decepcionan,
Dios quiere que nosotros, en vez de volvernos desanimados y deprimidos, que
decidamos levantar nuestra cabeza y nuestros ojos y mirar a nuestro alrededor
todas las posibilidades, no los problemas, enfocarnos más en lo que él nos
tiene preparado, confiando en que Dios nos dirige hacia una situación mejor,
porque Él la tiene para nosotros.
Quizá podrías
estar tentado a decir: “¡no sirvo para nada!” en lugar de moverte en una nueva dirección
como hizo Abraham, pero el Señor nos exhorta constantemente a levantar nuestros
ojos y nuestras cabezas para hacer inventario de nuestras bendiciones no de nuestros problemas y dificultades, Dios
nos anima a mirarlo solamente a Él, porque Él tiene planes para bendecirnos y
extendernos abundantemente.
No importa
las vueltas que tu vida haya dado, tú tienes sólo dos opciones. Una es RENDIRTE
y DEJARLO TODO; la otra es SEGUIR ADELANTE. Si te decides a continuar, sólo
tienes dos opciones: Una es VIVIR CONSTANTEMENTE DEPRIMIDO y AMARGADOS; la otra es VIVIR ESPERANZADO y
GOZOSO.
Elegir vivir
con gozo y alegría no quiere decir que tú nunca más te vas a encontrar en
situaciones decepcionantes y desalentadoras; significa que tú has decidido no
permitir que esos momentos te hagan caer; en cambio, tú levantas tus ojos,
manos, cabeza y corazón y miraras no a tus problemas sino al Señor, quien te ha
prometido que veras la abundancia y la victoria.
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