Nadie os
engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre
los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque
en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como
hijos de luz (porque el fruto
del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando
lo que es agradable al Señor. (Efesios 5:6-10)
Cuando estábamos en
primaria aprendiendo a leer, repasábamos una y otra vez la lección
que al día siguiente la maestra nos preguntaría. Y cuando llegaba el día, y la
maestra nos decía que leyéramos la lección para evaluarnos que tanto
avanzábamos con nuestra forma de leer, pretendíamos que, “leíamos la lección”,
aunque realmente lo que hacíamos era memorizarla, pero, OJO, el hecho que nos
memorizábamos la lección no quería decir que ya
podíamos leer. Pues si en ese
instante nos decían que leyéramos otra lección la cual no conocíamos, no lo
podríamos hacer.
Muchas veces nos volvemos
como robots, pues nuestra forma de actuar se vuelve, “memorizada”, como la lección que aprendíamos en primaria o
como que si hubiésemos sido programados por algún programa computarizado, pues
hemos aprendido como decir “cosas bonitas” que supuestamente un cristiano debería
hablar, o es más, sabemos exactamente
que decir cuando alguien nos dice algo, hasta contestamos con versículos
bíblicos, y logramos asombrar a las personas con las que hablamos de Dios. Pero
¿es suficiente eso?, ¿te trae algún beneficio a tu vida espiritual el “actuar” así?
No nos
engañemos, pues algunas ocasiones que actuamos así solo estamos
fingiendo, y simplemente las palabras salen de nuestra boca. Exactamente ya sabemos,
que, y como decirlo, el hablar “como
cristiano” para nosotros es lo más normal del mundo, todo suena muy bonito,
pero te pregunto ¿Cuánto de lo que
decimos es verdad? , Pueda que todo, pero te cambio la pregunta ¿cuanto de lo que decimos realmente lo vivimos?
Esas bellas palabras que
salen de tu boca hablando del “amor de Dios” y odiando a tu prójimo, diciendo
que las jóvenes deben vestirse como “hijas de Dios” y tu vestimenta dice lo
contrario, que debemos de confiar en Dios y en cada momento sientes temor, que
debemos de respetar a nuestro prójimo y cuando se da la oportunidad hablas a
las espaldas de las personas, que hay que honrar a nuestros padres ya cada vez
que puedes les respondes mal y no los tratas con respeto, hablamos de debemos
de “amar a todos por igual “ y no nos juntamos con personas que no pertenecen a
nuestro “nivel social”
Es tiempo que dejemos de
vivir como unos “cristianos Robots” que actúan solo porque han aprendido como hacer las cosas, pues el Señor nos dice: Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor; andad como hijos de luz (Efesios 5:8)
Ahora somos luz por
tanto ANDEMOS como hijos de Dios, y no
finjamos que” somos” hijos de Dios, vivamos lo que decimos, y comencemos a dar
frutos los cuales son en toda BONDAD,
JUSTICIA y VERDAD.
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