sábado, 12 de febrero de 2011

Una sola vida



Para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra. Colosenses 1:10

Muchas veces los cristianos ven su trabajo como un modo de ganar dinero, y consideran que su servicio a Dios es la tarea voluntaria que realizan en la iglesia en las reuniones o durante los fines de semana. Pensemos lo distinta que podría ser nuestra sociedad si, de a poquito, esos mismos cristianos se dieran cuenta de que el llamado que Dios les hace es a transformar los lugares donde trabajan o estudian, y a realizar sus tareas de una manera que agrade a Dios. Lo que sería nuestra sociedad si descubriéramos esa visión.

Es necesario que empecemos ya mismo a considerar a la escuela como una oportunidad de prepararnos para todo lo impresionante que se viene. Tenemos una sola vida y debemos hacer algo con ella.

Gabriela Sabatini, fue una de las tenistas más admiradas de todos los tiempos, es un ejemplo en cuanto a la perseverancia desde una edad temprana. En su autobiografía cuenta que desde los seis a los ocho años jugó cada momento libre que tuvo, lanzando pelotas con la raqueta contra cualquier pared que le ofreciera resistencia. A sus ojos cada pared se convertía en una oportunidad de practicar en lo que soñaba convertirse.

Del mismo modo, la escuela o la posibilidad que tengamos, ahora podría transformarse en la pared con la que necesitamos practicar. Por supuesto, si somos lo suficientemente inteligentes como para usarla a nuestro favor y hacer que nuestra vida cuente.

Punto de relfexión:
¿Qué oportunidades tienes ahora para servir a Dios fuera de la iglesia?
¿Servir a Dios tiene que ver con actividades llevadas a cabo en la iglesia?



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