Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Romanos 7:15
Me siento muy identificado con este versículo. El motivo de que Pablo haga tal afirmación parecería ser algo negativo, pero luego de pensarlo he descubierto que me anima. Pablo demuestra que a pesar de todo lo que ya ha logrado se siente inconforme con su realidad actual. Tiene conciencia de su debilidad y encuentra placer en la limpieza de la GRACIA. Peor sería no tener ninguna noticia de que se están haciendo las cosas mal.
Es como tener una lechuga entre los dientes y nunca enterarse. Todo el mundo se reiría de nosotros y no sabríamos por qué. Pero pablo lo sabe. Reconocerse es curarse un poco dice una canción de Los Cafres (Reggae Argentino).
Conocernos es el paso ESENCIAL. John Newton vio el alto contraste que se daba entre el antes y el después de la intervención de la gracia y no pudo hacer otra cosa que componer Sublime Gracia, himno muy conocido.
Es impresionante la cantidad de veces que los malos pensamientos se apoderan de nuestra mente. Yo por eso he aprendido a conocer y ser consciente de que necesito abrazarme de Dios a diario. Me doy cuenta de la pulición que tantas veces hay en mi cabeza y me hace bien recordar que fui alcanzado por la gracia de Dios.
Recuerdo a un profesor que quería mucho no solo por su pasión a la filosofía, sino por el brillo que tenían sus ojos al hablar de Dios y sus atributos, solía quedarse sentado en un banco luego de clase, por si alguien deseaba consultarle algo. Un día escuche a alguien que le preguntó: ¿Por qué necesitamos un Salvador y no podemos salvarnos a nosotros mismos? Su respuesta tuvo que ver con el versículo de romanos que leímos al principio. Yo no puedo salvarme porque hago tantas veces lo que no quiero. Solo Cristo es perfecto y capaz de hacer siempre lo que desea. Por eso es que necesitamos de su GRACIA.
Punto de reflexión:
¿Cuál es la solución a mi pecado?
¿Por qué hago cosas que en verdad no quiero?
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