viernes, 23 de agosto de 2013

¿EFERMEDAD O SANIDAD?



Alguna vez escuchamos que Jesucristo murió por nuestras enfermedades, claro que sí, pero no muchos creen en ello; es decir, saben que así fue, pero la realidad es que dentro de las congregaciones pareciera que aumenta el número de enfermos cada vez más y eso hablando del aspecto físico.

Jesucristo vino a predicar un Evangelio del Reino, el cual nos devolvería todo lo que el hombre había perdido incluyendo la salud, el hacía prodigios, milagros, liberaciones y sanidades “Y trajeron a él todos los enfermos” (Mateo 14:35) y muchos fueron sanados por Jesús.

Pero ¿cuáles son los requisitos para obtener la sanidad?, ¿se necesitan realmente requisitos para ser sano? y ¿por qué muchas veces pareciera que no recibimos completamente nuestra sanidad? Tal vez en algún momento te hayas hecho estas preguntas, porque quizá como a mí te pasó por la mente al leer la Palabra de Dios que viste que en la Biblia todos sanaban cuando Jesús o los profetas intervenían pero que en estos tiempos pareciera que eso no sucede como en aquella época. Y es cierto, yo lo decía porque no veía mi sanidad completa, pero era porque no entendía que había algo mucho más profundo que simplemente repetir un par de versículos y decir que “estaba sana”.

Y aquí viene el requisito más importante para recibir nuestra sanidad y es la FE!!! Recordemos la historia de la mujer con flujo de sangre en Lucas 5:21, aquella mujer había estado 12 años enferma, lo había gastado todo, imagino que habría visto a cada médico de aquella ciudad y ninguno le daba esperanzas, en otras palabras era un mal que tendría de por vida, imaginen la aflicción y frustración que sentiría esta mujer, hasta que oyó que Jesús pasaba por su ciudad y se dijo a sí misma “Si toco tan solo su manto seré salva” (Lucas 5:28) ella tuvo una esperanza al oír sobre Jesucristo, la esperanza es lo que nos inspira a seguir creyendo, el creer es la fe fe, y recordemos el significado de la fe “certeza de lo que se espera, convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1) ella aplicó ese significado, ella no necesitó ver para creer, ella creyó y vio su sanidad. Muchas veces nuestro gran problema es que primero queremos ver para recién creer que en Dios somos sanos, hermanos, a Dios no se le ponen condiciones!! Nosotros necesitamos esa convicción de saber que Él nos va a sanar y de acuerdo a nuestra fe seremos sanos “El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad” (Lucas 5:34).

Nuestro segundo requisito para que la sanidad se produzca en nuestras vidas es ser libre de nuestras iniquidades o pecados por medio del arrepentimiento, la iniquidad es un pecado que se transmite hasta la tercera y cuarta generación, tal vez nuestros antepasados cometieron pecados y esa semilla es implantada en nosotros y esas raíces de pecados traen enfermedades, por eso se dice que su tu abuelo murió de cáncer, el hijo también muera de cáncer y el nieto también puede tener cáncer, esas maldiciones generacionales son un tema mucho más profundo, pero por ahora solo nos preocuparemos por saber que es necesario ser libres de eso para obtener una sanidad completa, porque por eso pasa que recibimos una “sanidad a medias” porque hay barreras que impiden que nuestro ser completo sea limpiado y eso se manifiesta en nuestra salud física. Es necesario también arrepentirnos de los pecados que nosotros mismos alguna vez cometimos, el verdadero siervo hijo de Dios sabe reconocer sus errores y pedir perdón ante el Padre, así como David lo hizo “¡Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!, porque yo reconozco mis rebeliones” (Salmo  51:2,3)

El tercer requisito es la obediencia, ¿por qué? Porque si no eres un hijo obediente, no vas a escuchar la voz de Dios, no tendrías ningún respeto por Él y por lo tanto no creerías en Él, eso haría alejarse de tu vida la sanidad “Cómo hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1 Pedro 1:14), porque ninguna persona desobediente puede tener acceso a las recompensas del Reino de Dios, aquellos que fueron sanos se arrepintieron de sus pecados por eso Jesucristo decía: “Tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:20)

Y por último debemos ser personas agradecidas de Dios, recuerdan a los 10 leprosos que fueron sanos, su palabra nos dice que solo 1 volvió “ se postró en tierra a sus pies dándole gracias” (Lucas 17:16), este pasaje nos enseña a ser agradecidos con Dios, no solo cuando queremos algo, sino luego de tenerlo, los 10 leprosos pedían ser limpiados, pero cuando fueron sanos se olvidaron de que Jesús había hecho el milagro en ellos y de los 10 solo 1 regresó ¡¿qué impresionante cifra no?! Solo uno fue agradecido con Dios después de haber recibido el milagro y por eso fue confirmada su sanidad cuando Jesús le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” imagino que Jesús no solo estaba sorprendido por la fe de este hombre sino también porque fue una persona agradecida, que no le importó volver a donde estaba Jesús para darle las gracias por lo que había hecho en su vida.

Como pueden ver, obtener la sanidad es algo mucho más profundo que solo desearla, es una declaración de fe, una liberación desde dentro para que se note por fuera, es ser agradecidos de Dios aún después de obtener el milagro y ser hijos obedientes, atentos a la voz del Padre y dispuestos a seguirlos por el gran regalo que Él nos ha dado. Si tú quieres ser sano, deséalo, levanta una oración al Padre, despójate de todo lo que te impide obtener tu sanidad, ten fe y no dudes que Dios lo hará y no te olvides de agradecerle a Dios por los grandes milagros que ha hecho en tu vida.

jueves, 22 de agosto de 2013

Alguien tiene que bajar




Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:8

Alguien tiene que bajar, alguien tiene que ceder. Hoy en día ya no queremos ser humillados, solamente exaltados… queremos triunfos pero no queremos sacrificios, queremos fidelidad pero no somos fieles, queremos cambios, pero no cambiamos nosotros primero para ver eso en los demás, queremos ver mejor nuestra familia, pero no nos acercamos a ellos, queremos ver que todos lleguen a los pies de Cristo, pero pocos… quieren IR, pocos queremos ceder.

¿Qué estamos haciendo hoy en día por Cristo? ¿Estamos pagando verdaderamente el precio? ¿Nos estamos humillando? ¿Estamos cediendo? ¿Qué cambios estamos haciendo en nuestra vida? Tantas preguntas que hay por hacer, yo todos los días me hago preguntas, y preguntas que muchas veces ni yo sé que responderme.

Nos molesta todo, nos enojamos, discutimos, peleamos, debatimos, dentro y fuera de la iglesia, cuando Dios nos manda a que seamos “mansos” y “humildes” de corazón. Es difícil, no miento, yo tengo mi carácter y tu (tu que lees esto) también. 

Dime, cuantas personas de tu familia no han recibido a Cristo como su salvador personal? ¡MUCHISIMOS! Así es en mi caso también, tengo familiares que aun no quieren ese reto, y no es porque no quieran, sino que….NO CEDEMOS. 

Queremos que nuestros familiares lleguen al arrepentimiento, pero nosotros no damos un buen ejemplo, no nos humillamos, antes, cuando recién entre a la locura del evangelio, para mí era difícil, tanto por mi carácter como en mis actitudes, de soberbia, de arrogancia, de orgullo y mil cosas más que con el tiempo me fui sacando, fue como sacarme un vicio, nada fácil, pero no imposible. Yo al principio recibía mucha crítica, humillación, pero era soberbio, y hoy que comprendo la muerte de nuestro salvador le doy más significado a mi comportamiento, a mi carácter, a mis ganas de seguir hablándole a un mundo al cual Dios nos dijo ID..

No sé tú, pero yo he visto casos donde mis vecinos, amigos, familiares, casados, tienen tantos conflictos, por el simple motivo que NINGUNO (en el matrimonio) se quieren bajar, nadie quiere ceder, los dos están renuentes. Mi pareja siempre cedió a mi comportamiento y aun así lo hace, me trata con mucha amabilidad, con mucho cariño, con mucho respeto, pero yo no entendía eso, no quería ceder, quería que se hicieran las cosas como yo quería, y yo digo.. ¿Cómo pueden llegar ellos a los caminos de Dios, si somos así?. En el caso de los jóvenes (que yo sigo siendo uno de esos), con nuestros padres no creyentes, suele suceder, no queremos ceder, no queremos bajar.

Hoy en día no solamente en estos casos, sino también dentro de la congregación, pasamos por pruebas con hermanos, pasamos por cosas que quizá nosotros no provocamos y no queremos humillarnos, queremos ganar siempre, pero nunca perder con honor, con honor de saber que Dios más que los hombres saben la verdad. 

El más sabio es el que pide perdón primero, el más sabio es que se humilla primero. La clave: Tienes que pedir perdón (te guste o no) tenemos que ser personas maduras, sabias, que cedamos, no vamos a caer en los mismos errores de nuestros padres, renunciemos! Tenemos que bajar (ceder) 

Un ejemplo claro es Jesús. Hebreos 5:8-9 El se humillo a lo sumo (cedió), se humillado porque luego serás premiado. Él obedecía, no te olvides del respeto, amemos a Dios, y a los hombres, porque nosotros tenemos que bajar.

Recuerda que Dios premia tu obediencia, cuando tú bajas. Si tú no sabes obedecer las órdenes vas a fracasar

La clave es que bajes, que te humilles.

Es tiempo de decirle a nuestros familiares, cuando importantes son para nosotros, es momento de ir y ser amigos de ellos, de aquellos que aun no conocen de Dios, no de un Dios de 4 paredes sino de un Dios que quiere relacionarse con ellos, si tienes algo contra alguien perdónalo, perdonar es de valientes y los valientes son aquellos que arrebatan las bendiciones que Dios tiene, Dios espera lo mejor de nosotros, lo mejor de ti, lo mejor de mi, cedamos, humillémonos, seamos como Jesús, que a pesar de que fue escupido, abatido, humillado, le gritaron, lo golpearon, nosotros, seamos un digno ejemplo, de decir con orgullo y con valor que si somos hijos de Dios.

Camina, se valiente, mientras tengas fuerzas predica, mientras tengas fuerzas demuéstrale al mundo, que con Dios si se puede, que todo lo podemos en el, pero dejemos de ser religiosos, seamos mansos, humildes de corazón, amemos a nuestros amigos, vecinos, familia, sean o no cristianos. ¡Busquemoslos!

miércoles, 21 de agosto de 2013

Vive una vida plena









“El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño” (1 Pedro 3:10)

Creo que todos queremos tener una buena vida, sin preocupación y tener siempre las cosas que necesitamos.

Pero muchos pensamos que este es un sueño y que nunca podremos tener una vida como esa, sin preocupaciones  y sin necesidades.

Pero al leer la palabra de Dios nos podemos dar cuenta que sí podemos disfrutar de una vida plena y disfrutar de cada día que nuestro Dios nos regala.

Hay muchas personas que se confunden con esta clase de vida. Algunas personas solo buscan a Dios porque saben que él puede mejorar su vida, piensan que con ir a la iglesia, hacer una media oración es todo lo que se necesita para que Dios mejore su condición de vida.

Pero Dios no trabaja de esa forma, para cada bendición que Dios manda a nuestra vida debe haber un pequeño esfuerzo por parte nuestra.

Cuando hemos llegado a los pies de Cristo solo con la intensión que él nos dé una mejor vida y no con el propósito de servirle y adorarle; renegamos porque no vemos esa calidad de vida que esperábamos.

Pero en realidad Dios no nos puede dar un nivel de vida mejor si de nuestra parte no hay ningún esfuerzo por recibir esas recompensas.

Si somos atletas y queremos ser el primer lugar en la competencia, tenemos que entrenar duro para lograr esa posición. No podemos pretender llegar en primer lugar cuando no hemos puesto empeño en ser mejores en el deporte que practicamos.

Pues lo mismo pasa con la carrera de la fe. No podemos pretender que Dios nos arregle nuestra vida o no de una mejor calidad si nosotros no estamos haciendo el trabajo que nos corresponde como hijos de Dios.

En este versículo de 1°Pedro 3 Dios nos deja unos elementos sumamente importante para ver ese cambio en nuestra vida.

Si queremos tener una vida plena y que no hayan problemas que día con día nos agobien, debemos de tomar en cuenta estos consejos de Dios.

Lo primero que debemos hacer es: Refrenar nuestra lengua del mal. Que quiere decir esto; que nosotros como hijos de Dios debemos procurar que de nuestra boca no salgan cosas que vayan a dañar a los demás, debemos ser prudentes al momento de hablar.

Es importante pedir siempre sabiduría a Dios para que guíe nuestra lengua, porque en momentos de desesperación, de enojo o de tristeza, decimos cosas sin pensarlas que dañan a terceros o incluso a nosotros mismos porque estamos dejando que nuestro interior se contamine de cosas malas y negativas.

Otra cosa importante de la cual debemos alejarnos es de las criticas, no debemos mirar con inferioridad a las personas y hacer comentarios dañinos acerca de nuestro prójimo.

También debemos alejarnos de aquellas personas que solo se dedican a hablar mal de los demás, a veces tenemos amigos que siempre buscan criticar algo en las personas y quizá tal vez nosotros no seamos así, pero al escucha esos comentarios estamos siendo parte de lo mismo y en poco tiempo seremos igual que ellos.

Otro punto importante que Dios resalta para tener una vida llena de bendiciones es:
Que nuestros labios no hablen engaño: Al hacer un sondeo a una cierta cantidad de personas y preguntarles si el día de hoy han mentido, creo que la mayoría respondiera que sí.

La mentira es un mal que todos los seres humanos lamentablemente padecemos. La mentira se ha vuelto algo muy normal en nuestra sociedad, es algo que se ha convertido parte de nuestra vida.

Si analizamos las veces que hemos mentidos (de las que nos acordamos) muchas de esas mentiras han sida innecesarias.

Nosotros acudimos a la mentira para escapar de la realidad, porque sabemos que si decimos la verdad a cerca de una situación habrán ciertas cosas en nuestra vida que se verán afectadas y no queremos correr ese riesgo.

Es aquí cuando decidimos mentir; es decir disfrazar una verdad a nuestra conveniencia para ahorrarnos muchos problemas. Al hacer esto tan seguido, se vuelve en nosotros una costumbre y llegamos a mentir en situaciones, en las que decir la verdad no nos afectaría pero como la mentira ya es parte de nuestra vida, hasta sin darnos cuenta mentimos.

Dios quiere que nuestro hablar siempre sea sincero, que no nos aprovechemos de la situación para engañar a las personas distorsionando la realidad de los hechos, porque lo único que hacemos al engañar es complicar nuestra vida.

Debemos alejarnos de las mentiras y procurar decir siempre la verdad aunque muchas veces nos cueste porque sabemos que hemos sido culpables de alguna situación.

Si nos alejamos de estas dos cosas que Dios nos manda. Debemos de tener por seguro que nuestra vida irá cambiando, nos ahorraremos muchos problemas, nuestro nivel de vida será mejor; ya que la paz de Dios nos cubrirá.




Tú Única Alternativa. Copyright ©

martes, 20 de agosto de 2013

Para ti









“Sé que tu corazón ha sido dañado, lastimado, decepcionado y humillado, sé que muchas veces te has sentido solo y sin rumbo, que no tienes a nadie, y aún si lo están cerca es igual a estar solo, sé que has llorado, has disimulado felicidad, cuando mueres por dentro, no ha sido fácil, no. Sé que muchas veces quisiste tirar la toalla, y es que el pecado te acusaba, te has sentido sucio/a, vacío/a, inmerecedor de la gracia de Dios, porque aún hay en ti cosas que sientes no poder cambiar, no poder dejar, y no rendir; Nadie te anima, nadie te entiende, nadie se interesa ni un momento por escucharte, Sé que es horrible, sé que es difícil, llorar a veces es la única manera de desahogar las penas, los problemas, las decepciones, y aunque a veces quieres gritar, no puedes, solamente lo haces por dentro, tu vida no ha sido fácil, ¿Aceptas que es cierto lo que sé de ti? Te conozco, y conozco cada una de las situaciones que pasas, tus pensamientos, tus sueños frustrados, tu falta de identidad, todo lo conozco de ti, no importa, yo te Amo así, tú eres mi hijo porque una vez me reconociste como Padre, y sabes… Me alegraste él corazón, quiero que entiendas que yo padezco contigo tus sufrimientos, tu dolor, tu llanto, y llevo cada una de tus lágrimas contadas, pues esas las voy a transformar en bendición, no temas en buscarme, yo te escucharé, no temas en hablarme, yo estoy presto a oírte, no te escondas, yo te conozco.”
Sé que quizás no ha sido fácil tu caminar con Dios, y quizá le has alejado por diversas circunstancias, pero Dios ya conoce tu situación, Dios sabe todo de tu vida, y aún antes de que hagas las cosas él sabe lo que harás y lo que no harás, así como a ti que estás leyendo esto, a todos nos ha pasado, quizá muchas veces te preguntaste ¿Por qué hoy que soy cristiano, tengo más pruebas? ¿Por qué hoy que soy cristiano, tengo más problemas? ¿Por qué hoy que soy cristiano, tengo más dificultades? Y un sinfín de preguntas, La prueba es parte del proceso del Cristiano, Dios utiliza todo para bien, “ Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28) tú has sido llamado, y tu llamado es irrevocable, haya venido el enemigo a querer derrumbarte, utilizando personas, y aún aquellos a quienes amas, pero Dios permite todo, porque él necesita que confíes solamente en Él, que te aferres solamente a Él, pues Él no falla.

Necesito que hoy entiendas, que no estás solo, y que NUNCA lo estuviste,  dice Su Palabra que Él nos responderá si le clamamos: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:3) él aún tiene sus oídos prestos para escucharnos, y su mano para levantarnos aun cuando caemos: “He aquí no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír” (Isaías 59:1)

Es necesario que tú creas en Sus promesas, todo depende de ti ahora, ya no de Dios, él esta con sus brazos extendidos aún, para ser Tu buen pastor, para cuidar de ti, de tu vida, tu corazón y todo lo que eres. 

……por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia.” (2 Pedro LBLA)
Comienza a soñar, tu esperanza debe ser Cristo, Él te sacará adelante, recuerda que Todo lo puedes en Él. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13)

lunes, 19 de agosto de 2013

¿CÓMO ESTÁ TU CORAZÓN?









“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21)

Imagino que algunas veces hemos leído o escuchado este versículo, y es que en aquella parábola Jesús mismo nos dice que mejor es hacer tesoros en el cielo, donde nada los podrá destruir, que en la tierra, donde todo lo material al final no sirve y nada nos llevaremos el día que ya no estemos. Pero miren cómo termina esta parábola con un versículo que expresa mucho más que un simple consejo, nos revela un secreto de vida, nos da las pautas para saber encontrar el camino y tomar las decisiones correctas.

Sabemos que los tesoros más grandes que son celestiales en esta tierra no son naturales, esos tesoros van más allá de las riquezas que podamos obtener aquí en la tierra, esos tesoros abarcan mucho más que “la última tecnología en teléfonos móviles” o “las nuevas tendencias de la moda”, son tesoros que aparte  de traernos bendición en lo material, también lo hacen en lo espiritual y nuestra vida. Pero primero debemos saber ¿de qué lado estamos?, a donde está apuntando nuestro corazón, ¿estamos realmente siguiendo a Cristo y escuchando su voz? O nos dejamos impresionar por algo de dinero, por tener lo mejor en tecnología, moda, etc. Ahora no digo que el tener dinero y vivir cómodamente sea malo, por el contrario Dios quiere que seamos hijos bendecidos, nos lo hizo saber por medio del apóstol Juan “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (III Juan 1:2), pero también a través de él nos hizo saber que había una condición para esa prosperidad… nuestra Alma!

Nuestra alma aparte de estar ligada a nuestro espíritu, contiene nuestro corazón, en el corazón se encuentran nuestra mente, voluntad y emociones; estás tres básicamente son la esencia de toda nuestra humanidad, es decir lo que somos, y todo comienza en la mente, la razón, la imaginación, los pensamientos son los primeros en fluir y luego todo es una cadena; de acuerdo a lo que piensas sientes y de acuerdo a lo que sientes actúas, el problema es cuando esos pensamientos nos llevan a sentir algo incorrecto por eso dice “Engañoso es el corazón más que todas las cosas” (Jeremías 17:9), es que en este mundo nuestra mente está tan expuesta por todo lo que nos muestra este sistema que comenzamos a recibir señales que nos comienza a alejar de Dios y nos enfría “porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19), por eso  debemos “Guardar nuestro corazón” (Proverbios 4:23).

Todo esto lamentablemente nos lleva a encontrar un supuesto “tesoro” que está lleno de oscuridad y desgracia y al caer en la trampa hacemos que nuestro corazón comience a guardar el “tesoro” equivocado “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12:35).

Entonces… ¿Cómo está tu corazón?, no es tan difícil darse cuenta cuando estamos actuando mal, lo que cuesta es aceptar que es así!! Lastimosamente el mundo nos ha vendido un sistema almático incorrecto, dando rienda suelta a nuestros impulsos sentimentales. Cuando nosotros restamos importancia a Dios, nos apartamos de Él, abrimos puerta a pecados que cada más son más grandes, nos creemos dueños de nuestra vida, actuamos rebeldemente, comenzamos a tomar decisiones que solo traen fracaso a nuestra vida aparte de una gran desilusión y tristeza. Esto nos hace darle importancia a cosas que no son buena influencia en nuestra vida.

Debemos guardar nuestra persona total, y esto se inicia en el corazón, de acuerdo a la atención puesta a nuestro corazón, se reflejará en una vida interior recta, en nuestras palabras “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45), en nuestra vestimenta “Vuestro atavío no sea el externo; sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (I Pedro 3:3,4) y nuestra aceptación delante de Dios “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

Y entonces ¿Cómo puedo guardar mi corazón? Atesorando la Palabra de Dios, estudiándola, poniéndola por obra, orando, rechazando las distracciones y tentaciones, escogiendo bien mis amistades y relaciones, etc.

Dios no mira lo que somos por fuera o lo que aparentamos ser, Él puede ver más allá de toda nuestra “carcasa” por así decirlo Él mira nuestro corazón “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (I Samuel 16:7), “Dios conoce nuestros corazones” (Lucas 16:15) y “Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón” (Salmos 7:9).

Ahora sabemos que el tesoro más importante que debemos de guardar es el que trae buenos frutos y una constante comunión con Dios, pidamos a Dios cada día para que nuestro corazón esté en el lugar correcto, junto al tesoro celestial que nos llenará bendiciones y una vida íntegra y pura delante de Dios,  no solo honremos al Señor con nuestros labios sino también con nuestro corazón y eso nos llevará a honrarlo con todo nuestro ser, “no endurezcamos nuestros corazones” (Hebreos 3:8) y pongamos en práctica lo que Jesús nos mandó “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37) amarlo con todo nuestro ser para así poder “acercarnos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:22)