jueves, 11 de agosto de 2011

Dios se deleita conmigo


¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! 1 Juan 3:1

Cuando el apóstol Pablo habla de nuestra posición en Cristo, dice que nosotros somos <<aceptos en el Amado>> (Efesios 1:6, RVR60)

Dios nos concedió su gracia en Cristo, y Pablo se encarga de recordarnos una y otra vez que estamos en Cristo. Estar en Cristo significa recibir del Padre el mismo trato que él le da al Hijo.

Durante el bautismo de Jesús, sucedió lo siguiente: <<Y una voz del cielo decía: “Éste es mi Hijo amado, estoy muy complacido con él”>> (Mateo 3:17). Por los méritos de Cristo hemos recibido la  adopción gloriosa que nos capacita para ser parte de los hijos de Dios.

A través de los hechos y antecedentes de Jesús hemos sido declarados justos por medio de aquel que nos amó. Esas palabras que pronunció el Padre al enviar el Espíritu como paloma sobre Jesús hoy se aplican a nosotros.

No importa cuál sea nuestro estado natural ni el repertorio de imperfecciones que tengamos en nuestro haber. En Cristo y por él, Dios se deleita con nosotros. ¿Qué tal si experimentáramos algo así? Estás en un acontecimiento importante de tu vida. Puede ser tu bautismo, tu confirmación, tu casamiento, el momento en que eres recibido como miembro o nombrado como líder, o  cualquier otra cosa importante que se te ocurra.

De repente se escucha una voz del cielo que dice con suavidad y firmeza a la vez: <<Esta es mi hija amada en quien me deleito o este es mi hijo amado en quién estoy orgulloso>>.

¿Qué tal? Maravilloso y real a la vez. Porque en Cristo las cosas pasadas fueron hechas nuevas y ahora somos nuevas criaturas, en la que Dios ve, con sus lentes de misericordia, las marcas de la cruz del Calvario. ¡Qué milagro representa el poder afirmar con toda certeza el título de este devocional!

Repítelo en voz alta. Usa la voz de la palabra y el micrófono de la fe y podrás escuchar la voz de Dios confirmándolo también.

Punto de Reflexión:

¿Cuán amados somos por Dios?
¿Cómo puedo ser del equipo de los <<Buenos hijos>> de Dios?


miércoles, 10 de agosto de 2011

Llame al 91:1

Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación. Salmos 91:14-16

Todos hemos visto en películas o en programas de televisión que el número de emergencias en los Estados Unidos y en otros países es el “911”. Es simple, frente a un robo o algún accidente, cualquier persona que tome un teléfono está a sólo 3 números de tener la solución a su problema. Desde un niño a un adulto, un joven o un anciano, pueden llamar y ser atendidos al llamar a aquel número.

Pero ¿Qué pasa cuando el problema es interior? ¿Cuando el problema no es un robo o un accidente, sino debilidad espiritual? ¿Cuándo quieres emprender un nuevo proyecto y no sabes si es la Voluntad de Dios? Déjame decirte algo, también estamos a 3 números de la solución, no es el “911”, sino el “91:1”, estoy hablando del Salmos 91:1.

Nosotros vivimos bajo la protección de Dios, estamos bajo su cuidado, pero hoy no vengo a hablarte sólo de llamar a Dios cuando estés afligido, sino cuando estés contento. A veces pareciera que las “llamadas de emergencia” son sólo cuando estamos en medio de un problema. Las llamadas de emergencia deberían de ser en todo momento y en toda situación.

“Dios mismo les dirá a sus ángeles que nos cuiden por todas partes. Los ángeles nos llevarán en brazos para que no tropecemos con nada; andaremos entre leones y serpientes, ¡y los aplastaremos!” Salmos 91:11-13. En otras palabras esto sería “Andarás en cualquier tipo de terreno y triunfarás”. ¡En ese sentido, tu “llamada de emergencia” no debería de ser para pedir, sino para agradecer!

Creo que muchas veces Dios espera que agradezcamos más, pidamos menos, para Él bendecirnos aún más. Ya sabemos que estamos bajo sus alas, que estamos cuidados, que somos sus hijos, que Él nos ama, que no debemos de preocuparnos, ¡Agradécelo!

Haz una llamada de emergencia hoy al 91:1, lee aquel Salmo y fíjate CUÁNTO tienes por agradecer. Te aseguro más de lo que lo haces. “Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.” Salmos 91:7. Agradécele hoy a tu Señor, todo lo que debieras agradecerle día a día. Tienes un teléfono: Biblia; tienes un número: 91:1; tienes quien te atienda: Dios. ¿Qué esperas para llamarlo?


martes, 9 de agosto de 2011

¡Tu turno llegó!



"Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado." Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." Llegándose también el de los dos talentos dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado." Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." Llegándose también el que había recibido un talento dijo: "Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo." Mas su señor le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Mateo 25: 14-30


Es probable que sientas más larga la lectura que el devocional. Pero esta día es momento que tú escribas tu propia historia. Que ya te levantes de su comodidad e inicies una aventura de la mano de Dios. Cree que Dios te está apoyando, crees que Dios va contigo de la mano, cree en las promesas de Dios. Nosotros, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. ¡Ahora es el momento, vamos! Acá te quedan las líneas en blanco, porque ¡Tu turno llegó!


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Esta es tu historia. Deja que Dios sea el director y tú el actor principal. Tu vida es una hoja en blanco. Deja que Dios cree una obra de arte contigo. Nunca dejes de soñar.
  


lunes, 8 de agosto de 2011

Reincidir


»Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos. —Señor —respondió Pedro—, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte. —Pedro, te digo que hoy mismo, antes de que cante el gallo, tres veces negarás que me conoces.  Luego Jesús dijo a todos: —Cuando los envié a ustedes sin monedero ni bolsa ni sandalias, ¿acaso les faltó algo? —Nada —respondieron. —Ahora, en cambio, el que tenga un monedero, que lo lleve; así mismo, el que tenga una bolsa. Y el que nada tenga, que venda su manto y compre una espada. Porque les digo que tiene que cumplirse en mí aquello que está escrito: "Y fue contado entre los transgresores." En efecto, lo que se ha escrito de mí se está cumpliendo. —Mira, Señor —le señalaron los discípulos—, aquí hay dos espadas. — ¡Basta! —les contestó. Jesús salió de la ciudad y, como de costumbre, se dirigió al monte de los Olivos, y sus discípulos lo siguieron. Cuando llegaron al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.» Entonces se separó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar: «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra. Cuando terminó de orar y volvió a los discípulos, los encontró dormidos, agotados por la tristeza. « ¿Por qué están durmiendo? —les exhortó—. Levántense y oren para que no caigan en tentación.» Todavía estaba hablando Jesús cuando se apareció una turba, y al frente iba uno de los doce, el que se llamaba Judas. Éste se acercó a Jesús para besarlo, pero Jesús le preguntó:   —Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?  Los discípulos que lo rodeaban, al darse cuenta de lo que pasaba, dijeron:   —Señor, ¿atacamos con la espada? Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha.
— ¡Déjenlos! —ordenó Jesús. Entonces le tocó la oreja al hombre, y lo sanó. Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los capitanes del *templo y a los ancianos, que habían venido a prenderlo:  — ¿Acaso soy un bandido,  para que vengan contra mí con espadas y palos? Todos los días estaba con ustedes en el templo, y no se atrevieron a ponerme las manos encima. Pero ya ha llegado la hora de ustedes, cuando reinan las tinieblas.  Prendieron entonces a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía de lejos. Pero luego, cuando encendieron una fogata en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro se les unió. Una criada lo vio allí sentado a la lumbre, lo miró detenidamente y dijo: —Éste estaba con él.  Pero él lo negó. —Muchacha, yo no lo conozco. Poco después lo vio otro y afirmó: —Tú también eres uno de ellos. — ¡No, hombre, no lo soy! —contestó Pedro. Como una hora más tarde, otro lo acusó: —Seguro que éste estaba con él; miren que es galileo.  — ¡Hombre, no sé de qué estás hablando! —replicó Pedro.  En el mismo momento en que dijo eso, cantó el gallo. El Señor se volvió y miró directamente a Pedro. Entonces Pedro se acordó de lo que el Señor le había dicho: «Hoy mismo, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.» Y saliendo de allí, lloró amargamente.
Lucas 22:31-62 

Como creyentes se nos ha dado una “nueva naturaleza”. Significa que uno tiene hambre de Dios y una inclinación sobrenatural a hacer lo que es recto. Desdichadamente, como humanos, también tenemos una “vieja naturaleza”, es decir, una inclinación natural a hacer lo malo.

A veces, algunos cristianos empiezan a deslizarse hacia atrás espiritualmente o a reincidir.

Quizá el mejor modo de comprender los peligros de volver atrás es examinar el relato bíblico de cómo un creyente cayó en esta trampa. Este fue Simón Pedro, uno de los discípulos más allegados a Jesús. En el capítulo 22 de Lucas se nos da el relato de su regresión espiritual. Su historia es una advertencia de que aun los creyentes maduros tienen la posibilidad de caer si bajan la guardia.

Confianza en sí mismo y falsa seguridad.  Pedro hizo evidente no sólo su infundada confianza en sí mismo (dijo que él “moriría” por Jesús), sino que también contradijo directamente la predicción del Señor de que él caería (versículo 34). Negó su propia debilidad ante el pecado. La Biblia advierte que: Si ustedes piensan que están firmes, tengan cuidado de no caer. (1 Corintios 10:12)

Falta de oración. Aun cuando Jesús instruyó específicamente a Pedro para que orara, en vez de orar, decidió dormir. En la parte correspondiente a este pasaje del evangelio de Mateo, Jesús hasta les había advertido: Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil. (Mateo 26:41) pero Pedro no se sintió débil ni vio la necesidad de orar y estar alerta. El no orar, no es sólo un pecado sino la violación directa de un mandamiento, porque a través de toda la Escritura, Dios nos instruye que oremos.

Seguir a Dios de lejos. En el fondo de toda regresión espiritual hay siempre una falta de comunicación y cercanía con Jesús. Aunque Pedro todavía seguía a Jesús, no lo hacía tan cerca como debía. Hay cristianos que desean vivir en dos mundos. Quien ser creyentes, pero no desean estar demasiado dedicados. Cuando vives de esta manera, te pones en peligro.

Calentarse en el fuego del enemigo. Por seguir a Jesús de lejos, Pedro se enfrió y quiso arrimarse al fuego. Él esperaba pasar inadvertido en medio de tanta gente, así que se mezcló con aquellos que habían arrestado a Jesús. La Biblia nos dice: Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones. (Salmos 1:1). Pedro estaba haciendo lo opuesto. Cuando la pasión espiritual de nuestro corazón empieza a morir, el fuego por Jesucristo se enfría y buscamos calor en cualquier otro lado.

Negación y separación.  Pedro llegó al paso final de la regresión espiritual cuando negó conocer a Jesús o haber estado con Él. El Evangelio de Mateo nos dice que comenzó a maldecir y a jurar, lo que significa que hizo un juramento diciendo: ¡Que me caiga una maldición si les miento! (Mateo 26:74). Pedro había perdido todo sentido de la realidad y, por lo tanto, toda conciencia de Dios.

A pesar de su caída, Pedro fue restaurado. En Lucas 22:61 dice que sus ojos se encontraron con los de Jesús y Pedro lloró amargamente. Cuando él penaba por su pecado, Jesús vio su corazón. La Biblia dice: Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación (2 Corintios 7:10). Tres días más tarde, después de la resurrección de Jesús, el ángel en la tumba le dijo a las mujeres: ahora vayan y cuéntenles a sus discípulos, incluido Pedro, que Jesús va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo antes de morir. (Marcos 16:7 énfasis agregado). Jesús deseaba que Pedro supiera que Él todavía lo amaba.

Como cristianos vamos a pecar. La Escritura dice: “Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad” (1 Juan 1:8). Pero el Espíritu Santo amorosamente nos convencerá del pecado y nos llevará de vuelta a la cruz, donde podemos confesar el pecado y apartarnos de él.

Recuerda, cuando pequemos debemos correr hacia el Señor, no alejarnos de él.

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domingo, 7 de agosto de 2011

Escrito está


Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:37

Uno de los pasajes más famosos y dicho por todo cristiano. Ganamos, somos vencedores, tenemos la victoria, somos invencibles, pero ¡Qué difícil parece creérnoslo cuando el diablo se mete en el medio a estorbar!

Sabes, hace unos días el diablo se metió en mi vida de una forma que jamás me había pasado. Quiso jugar con mis sentimientos e intentó lastimarme. Creo que sabes de lo que hablo, porque el enemigo eso es lo que quiere: lastimarnos. Me enoja, me da ira. Lo único que yo me preguntaba era “¿Por qué a mi?” ¿Por qué tienes que elegirme a MI para lastimarme?”, ahí me di cuenta que a toda persona que está trabajando en el camino del Señor, el diablo lo molestará.

Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu de Dios. Luego de superar diversas pruebas, sin haber comido nada, estando “solo”, indefenso podríamos llegar a pensar: el diablo quiso atacarlo. Mentira tras mentira el diablo quería engañar a Jesús, quería hacerlo sentir solo, abandonado, sin poder, y lo que me sorprende es que Jesús le decía: Escrito está, y citaba un versículo de la Palabra para responderle. Escrito está, escrito está eran sus respuestas. (Lucas 4:1-13) Y al final del pasaje dice: “El diablo le puso a Jesús todas las trampas posibles, y como ya no encontró más qué decir, se alejó de él por algún tiempo.” (Jajaja, me gusta reírme en esta parte) ¡El diablo no encontró más que decir y se alejó!

Cuan distinto sería todo para nosotros si cada vez que el enemigo nos ataca le dijéramos: ¡Escrito está, vete! Y eso fue lo que hice hace unos días. El enemigo me atacó donde más me duele, porque él conoce nuestras mentes y allí es donde busca meterse, y logró quitarme lágrimas de dolor. Sí, lloré, pero luego me dije ¿Por qué lo hago si él no merece mis lágrimas? El diablo no merece tus lágrimas, el diablo no merece que tú, un hijo de Dios, caigas, el diablo no merece verte sufrir. ¡No lo merece!

Entonces empecé a repetir en mi mente “Mi misma, soy vencedora por medio de Aquel que me ama”, “Mi misma, escrito está que Dios peleará por mi”, “Mi misma no llores, el enemigo no lo merece”, “Mi misma perdona y sigue adelante”. Cuando tú dices, repites y declaras estas palabras, el diablo no encontrará más que decir. Se alejará de tu vida por un tiempo.

¿Por qué por un tiempo solamente? Ojalá pudiéramos hacer que desapareciera para siempre. Pero mira, te contaré una historia para que entiendas.

“Un joven que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el joven lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El joven intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó. Alguien que había observado todo, se acercó y le dijo: “Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?”. El joven respondió: “La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar” Y entonces, ayudándose de una hoja sacó al animal del agua y le salvó la vida.”

La naturaleza del diablo es picarte, atacarte, lastimarte, hacerte caer porque él mismo es un ángel caído. Pero tu naturaleza es levantarte, luchar, alejarlo, gritarle, vencer. Si el diablo quiere picarte, no dejes que eso cambie tu naturaleza de vencedor. ¡No se lo permitas, no lo merece! ¿Estás preparado para vencer como Jesús? Pues aquí tienes para decirle al enemigo ESCRITO ESTÁ:

“Uno solo de ustedes puede hacer huir a mil enemigos, porque tal como lo prometió, nuestro Dios pelea por ustedes.” Josué 23:10 ¡Escrito está!

“No se dejen vencer por el mal. Al contrario, triunfen sobre el mal haciendo el bien.” Romanos 12:21 ¡Escrito está!

“El Señor te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti en perfecta formación, pero huirán en desbandada.” Deuteronomio 28:7 ¡Escrito está!

Así como nunca te pondrías una camisa color violeta con un jean color verde porque no combinan; no dejes que el diablo te vista de dolor, cuando tienes que estar vestido de alegría ¡Simplemente no combina! ¡No va contigo ser un perdedor! A partir de hoy no le regales al enemigo tus lágrimas, levántate. Si Dios ha construido todo lo que el diablo quiere quitarte, jamás logrará hacerlo. Lo que el Espíritu de Dios ha plantado en ti, el enemigo no podrá quitarlo. Y tu naturaleza de vencedor, que es lo que él más te envidia, no podrá arrebatártela nunca.



sábado, 6 de agosto de 2011

Aceptando la correción


El que oye consejo y acepta que lo corrijan acabará siendo sabio. Proverbios 19:20

Recuerdo que Jeanne jugaba con los patos en el jardín, era una tarde donde el viento soplaba más de lo acostumbrado. Tenía  solo seis años cuando la pequeña Jeanne se encontraba en ese lugar. Ya se hacía demasiado tarde y la noche empezaba a caer. Papá salió en busca de Jeanne, le dijo: “Entra de una vez que ya se está haciendo tarde”. La pequeña Jeanne lo miró y simplemente le sonrió, recibiendo de ella una indiferencia que nunca había dado.

Jeanne estaba tan distraída jugando de acá para allá. Papá habló por segunda vez: “Hazme caso o saldré a buscarte”, “O entras o te salgo a buscar”. Jeanne no quería entrar, ahora ya no era por estar jugando con los patos, era porque ya no quería entrar. Papá le decía que entrara y ella no quería. No obedeció a lo que papá le decía. Jeanne se alteró cada vez más. Llegó el momento en que papá se enfadó porque la inocente Jeanne, la niña que estaba jugando tranquilamente, le contestó mal. Ella simplemente no aceptó la corrección que su padre le estaba dando. Recuerdo que ese día Jeanne entró llorando con la mejilla roja de la bofetada que le dieron. Esto se hubiera evitado si Jeanne hubiera obedecido a la primera.

Así mismo nosotros debemos de aceptar la corrección.

Por ejemplo, nosotros estamos muy acostumbrados a hacer las cosas a nuestra manera, a nuestra forma de hacerlo, a como nosotros sabemos hacerlo, se hace presente el “Como me salga”. No aceptamos que nos cambien o que nos corrijan nuestro modo de hacer las cosas.

Cuando Dios nos dice “hazlo a mi modo” nos cuesta trabajo, hacemos berrinches, no nos gusta. Joven tú tienes que aprender a escuchar y como un día me dijeron: “Aceptar la corrección”.

Como Seres humanos no nos gusta que nos corrijan, siempre tendemos a hacer lo contrario, siempre tendemos a la desobediencia, hacemos lo contrario quizás para hacer molestar a la persona que quiere corregirnos ¿Por qué? Quizás por enfado o por el rechazo al cambio. Cuando Dios dice “hazlo”, nuestro papel y única función es obedecer, no tenemos que preguntar, no tenemos que cuestionar, simplemente, hazlo, obedece, discierne.

Tengo 18 años, todo este tiempo me la pasaba haciendo las cosas como me salieran, como me quedaran, como lo sé hacer, no aceptaba que uno venga y me diga cómo hacer las cosas cuando yo sé cómo hacerlo, me era difícil aceptar la corrección que provenía de personas que yo mismo catalogaba como las menos aptas para eso. 

Todas esas actitudes poco a poco fueron cambiando cuando le dejé a Dios actuar en mi vida, no me había dado cuenta que el Señor estaba actuando, cuando tú le permites que actúe en tu vida Él lo hace, y cuando no se lo permites Él respeta tu decisión, Él obedece tu decisión, ¿Por qué nosotros sus hijos nos cuesta tanto tener que obedecer o tener que aceptar la corrección que Dios nos tiene o nos dice?

La corrección de Dios implica obediencia, la obediencia implica conocimiento, respeto, amor y entrega, así que cuando nosotros aceptamos el amor de Dios esto también implica aceptar la corrección que Él nos ofrece.

Recuerda que la corrección Dios la da porque nos ama, y si nosotros le amamos tenemos que obedecer. Aprende a aceptar cuando te corrijan, no te cierres a tu propia opinión.

No huyas de la corrección, al contrario el aceptarla te traerá bendición.


viernes, 5 de agosto de 2011

Guarda el silencio y escucha el silencio


Temblad, y no pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Salmos 4:4


Dios vive en el sonido puro del silencio. Dios ama cuando nosotros quedamos en silencio y le escuchamos. Dios necesita que nosotros guardemos silencio.


A mí me encanta salir solo, estar un buen rato a solas, compartir conmigo mismo un tiempo a solas. Sé que puedes decir que la Biblia dice que no es bueno que estemos solos, es verdad. Pero, la soledad no es un estado, la soledad es una emoción.


Temblad y no pequéis, o sea sentirás temor, pero no debes dudar del poder de Dios. Habrá momentos en los cuales vamos a tener miedo, sí. Lo malo es cuando dudamos del poder de Dios. Dios en su soberanía nos llevará por caminos que no sabremos qué hacer. Nos llevará por momentos en los cuales estaremos confundidos.


En estos momentos es cuando debemos de guardar silencio y escuchar lo que Dios tiene que decir. Sí, es verdad que debemos pedir ayuda, pero después de pedir ayuda debemos guardar silencio y escuchar la voz de Dios en nuestro corazón.


Me podrás decir que para qué esperar a estar perdidos, tienes toda la razón. Lo malo que nosotros como seres humanos esperamos hasta el último momento para orar, para hablar con Dios. Cosa que tendría que ser lo primero antes de emprender cualquier actividad en nuestra vida.


Nosotros perdemos el camino porque no descansamos, somos demasiados impacientes. Dios nos dice que meditemos en nuestro corazón, estando en nuestra cama y callad; porque Él quiere toda nuestra intimidad, Él quiere estar con nosotros platicando, quiere que nosotros le contemos cada detalle de nuestro día.


Pero, somos tan buenos para hablar y tan malos para escuchar. En esta situación es donde nacen los grandes problemas. Por ahí dicen que de los pequeños detalles nacen los grandes amores. Lo diré bíblicamente: En lo poco me fuiste fiel en lo mucho te pondré. Este pasaje bíblico no es necesariamente al dinero o lo material. Se refiere a tu confianza hacia Dios, se refiere a tu intimidad con Dios. Se refiere a tu fe.


Todo lo que emprendemos en nuestra vida, debemos preguntarlo a Dios. No podemos hacer cualquier actividad sin antes consultarlo a Dios. ¿Por qué? Por el Señorío de Dios. Jesús es nuestro salvador, sí. Pero, también es nuestro Señor.


Todo lo debe dictar Él. Debemos saber esperar en la presencia de Dios.


Debemos saber escuchar el silencio de Dios. Debemos saber que Dios habla de muchas formas, en cualquier momento. No esperes la respuesta de Dios en el lugar más obvio. Espera la respuesta de Dios en el lugar que tú menos pienses. Espera la respuesta de Dios en tu corazón. Ahí en tu corazón está la respuesta que estás buscando. Consulta a Dios, escucha a Dios en tu corazón.



jueves, 4 de agosto de 2011

Profecías



¿Qué son en verdad las profecías y cómo saber si una profecía que me dieron es real?

Una profecía es una palabra dada de manera sobrenatural por el Espíritu Santo al creyente, de manera que el creyente habla de parte de Dios sin intervención de su propia sabiduría, entendimiento o razonamiento.

La Biblia dice claramente cuál es el propósito de las profecías: “…el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos.” (1 Corintios 14.3). Esos son los únicos objetivos posibles de una profecía: edificar, dar ánimo o consolar.

Por mucho tiempo yo viví rodeado de una denominación religiosa, la cual profetizaba, pero lo que decían que venía de parte de Dios, eran solo cosas malas, acaso Dios dirá cosas malas ¿? O hablará de muerte, cuando Él habla de VIDA ¿? Es absurdo, y muy irónico, siempre me decían cosas como: tendrás un accidente, si no te congregas con nosotros te pasaran cosas malas, todo para beneficio de ellos. Nunca puede ser el propósito de una auténtica palabra profética el dirigir la vida de otros. Por eso toda la profecía debe ser juzgada por la iglesia según nos instruye la palabra: “En cuanto los profetas, que hablen dos o tres, y que demás examinen con cuidado lo dicho”. (1 Corintios 14.29).

Ahora bien, como la Biblia nos dice: “no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno” (1 Tesalonicenses 5.20-21), vemos que existe tanto el peligro de desechar una profecía auténtica, como de creer una profecía sin haberla examinado correctamente.

¿Cómo podemos juzgar, entonces, si una profecía es real o falsa?

Deberíamos de verificar que cumpla dos condiciones esenciales. Primeramente, tiene que estar de acuerdo con las Escrituras. Debemos buscar en la Biblia una confirmación de la profecía porque el Espíritu Santo es el autor de las Escrituras, y Él nunca podría contradecirse a sí mismo.

Porque te paso a comentar, hace unos meses estuve en una casa de oración donde tuve la oportunidad de predicar, pero dentro del círculo de hermanos en Cristo, había una hermana que “profetizaba”, bueno, muy contento, como suelo ser, esperando a lo que me diría el “Espíritu Santo” acabó de orarle a Todos los que se encontraban allí, y yo siendo el ultimo, no me profetizo, al final cuando acabamos y estábamos por irnos a casa, me saludo la persona y me dijo “No le oré porque de verdad yo no le conozco”, ¿Qué me dio a entender entonces con eso?, que realmente no habla de parte del Espíritu Santo, porque si fuese así, sin o con conocerme lo hubiese hecho, cosa que no fue así, desde entonces yo deje de creer en las profecías, pero eso fue un error, yo tengo que irme a las Escrituras y allí ver, cuan cierto o cuan falso puede ser esto, en segundo lugar, debemos verificar si esa palabra profética lleva a edificar al pueblo de Dios. Como vimos al principio, si la palabra viene del Señor, debe ser para edificación.

Nunca actúes en función de una profecía que te han dado sin antes buscar la confirmación de otros hermanos. Ten en cuenta que Pablo en 2 Corintios 13.1 nos dice “Todo asunto se resolverá mediante el testimonio de dos o tres testigos”. Y fundamentalmente, antes de aceptar una palabra profética para tu vida, recuerda que si efectivamente viene de parte del Señor, debe tener confirmación de la Biblia, que es ciertamente y sin lugar a dudas Palabra de Dios.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Declaración de la Dependencia


Si Dios no construye la casa, de nada sirve que se esfuercen los constructores. Si Dios no vigila la ciudad, de nada sirve que se desvelen los vigilantes. De nada sirve que ustedes se levanten muy temprano, ni que se acuesten muy tarde, ni que trabajen muy duro 
para ganarse el pan; cuando Dios quiere a alguien, le da un sueño tranquilo. Salmos 127:1-2

Tú puedes tener problemas, puedes haber caído en depresión, puedes haber puesto todas tus fuerzas en solucionar aquellas situaciones de tu vida que no te agradan, has intentado levantarte una y otra vez, puedes haber perdido el amor de tu pareja, puedes haber pasado por miles de cosas, pero hasta que no lo pongas TODO en manos de Dios, no se solucionará.

Ese Salmo siempre me ha gustado y siempre ha llamado mi atención. Imaginemos la construcción de un edificio: están todos los materiales, el cemento, los ladrillos, el agua, los metales, los vidrios, la arena, están los constructores, las máquinas para levantar todos los elementos pesados, la excavadora; pero falta el arquitecto. ¿Cómo van a saber los constructores cómo deben de hacer el edificio si no está el arquitecto que diseñó el plano?

A eso se refería este Salmo, de nada sirve que nos esforcemos si no tenemos al Arquitecto de nuestra vida. Dios te creó, conoce cada uno de tus problemas, penas, lamentos y debilidades, Él ha construido tu vida. ¿Cómo saldrás de donde te encuentras si no le preguntas a Tu arquitecto? Dios no quiere que te valgas de tus propias fuerzas y que intentes luchar por un mejor puesto de trabajo, luchar porque te respeten, luchar porque dejen de criticarte, Él te dice: “ACUDE A MÍ, YO PELEO TUS BATALLAS”; el mismo Salmo dice “Cuando Dios quiere a alguien, le da un sueño tranquilo”.

Es lógico que como humanos busquemos hacer todo por nuestras propias fuerzas, nos creemos seres independientes con el poder de Superman para salir de en medio del pozo en el que nos metemos. Pero Jesús mismo le dijo a sus discípulos: “Si ustedes se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a ustedes. Ya saben que una rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen unidos a mí. El discípulo que se mantiene unido a mí, y con quien yo me mantengo unido, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer nada.” Juan 15:4-5

Nada somos fuera de Dios, nada podemos hacer. Por más que grites, patalees, y luches, tu arma frente a un problema debería de ser la Oración. Cierta frase que leí dice “Somos mas grandes de rodillas que puestos sobre nuestros pies. De pie indico mi estatura, de rodillas mi dependencia”. La dependencia es la llave a una vida llena de éxitos y bendiciones.

“Un maestro al despedirse de su discípulo, luego de haberle enseñado todo lo que necesitaba para defenderse en la vida, le dijo: - Mi amado discípulo, ya te he enseñado todo lo necesario para salir triunfante en esta vida, sin embargo me falta darte este último regalo (entregándole un trocito de papel doblado). Y añadió: Cuando estés en los momentos más tristes de tu vida: Lee el papelito. Cuando te encuentres en problemas y sientas que no puedes más: Lee el papelito. Cuando te sientas incomprendido y muy solo: Lee el papelito. Cuando te sientas la persona más feliz de ésta tierra, y que nada te falta: Lee el papelito. Cuando te encuentres en los momentos más angustiantes de tu vida: Lee el papelito -. Entonces luego de escuchar al maestro, el discípulo leyó el papelito y decía: "Solo el amor de Dios es eterno, nada más puede perdurar  para siempre"”

Si Su amor es eterno, tu dependencia también lo es. Cuando depositas tus cargas sobre el Señor, todo empieza a obrar para bien. Cuando te postras ante Él en oración, crecerás más. Cuando sientas que has perdido el plano de tu vida, busca al Arquitecto. Cuando veas que bendiciones no llegan a tu vida, fíjate si has firmado ya tu Declaración de Dependencia. Dios ama la obediencia, y parece increíble; pero cuando el mundo nos ofrece libertad en realidad nos esclaviza, y cuando nos hacemos dependientes del amor de Dios, somos verdaderamente libres.

martes, 2 de agosto de 2011

Mientras jugaba



Era un día como cualquiera. Con mis amigos jugábamos carritos en la tierra. Éramos nada más unos pequeñitos en busca de diversión. No teníamos nada más que un par de zapatos, un short y una playera. Esos fueron de los mejores momentos de mi vida.

Un día me sentí muy triste porque mi carrito no tenía una llantita. Sentía que mi mundo se partía en pedazos. Mis amigos solo se burlaron de mí y no me quedó más que llorar. Pero lo olvide rápido y seguí disfrutando de ese hermoso día.

Junto con mis amigos, de la nada, vimos que venían muchas personas asombradas y haciendo mucho ruido. En el pequeño pueblo que vivíamos eso era una sorpresa y muy anormal. De repente no sentimos ni como, pero nos vimos rodeados de muchos adultos. A mí me dio miedo, puesto que el pueblo era pequeño y muy solitario. En nuestra aldea no sucedía casi nada. 

Yo me puse a pensar qué pasaba. De repente solo empecé a sentir empujones y que me faltaba el oxígeno. Las personas no me lograban ver porque yo era muy pequeño. Hubo un momento que no lograba ver a mis amigos, no sabía que se habían hecho. 

De repente solo vi que ellos estaban igual que yo, estaban muy preocupados. Ellos tampoco sabían qué hacer. Nuestros papás estaban preocupados por lo que sucedía en el pueblo, ellos tampoco entendían.

A lo lejos, muy suave, escuchaba que nuestros padres gritaban mi nombre y el de mis amigos. Pero, ninguno nos lográbamos ver. Pero, me acordé lo que mi papá me había enseñado en un dado caso sucedía algo así. 

Parece gracioso, pero mi papá sabía que algo iba a suceder algún día. A pesar de ser tan desolado el pueblo, mi viejo bello tenía en su mente que algún suceso algún día pasaría. Él me preparó para esto. Él me dijo “Si hay algún problema alguna vez, en nuestras desoladas calles, busca a la persona que llame más la atención, corre hacia Él y pídele ayuda” Busqué a mis amigos, los encontré, buscamos a esta persona. A lo lejos lo vimos y nos dirigimos hacia Él. 

Con lo que no contamos era que las personas, sus amigos, nos iban a apartar y no nos dejarían acercarnos a pedir ayuda. Pero, para sorpresa de nosotros, cuando nos empujaron y apartaron, Él les dijo “Dejen que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino de los cielos”. Me quedé asombrado, no sabía qué era de lo que Él hablaba. Jesús en su amor me abrazó. Muchas personas me quisieron quitar la ilusión de pedir ayuda por mi apariencia, solo por ser un niño. Pero, tiempo después Él dijo “Si tan solo fueran como niños, en realidad cambiarían su vida”. 

En ese momento entendí que lo que hacía estaba bien. Jesús me abrazó, me llenó de amor. Ahora me sigue impulsando a seguir adelante, a no rendirme en mis sueños. 

Todos los días me dice: “Esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes”. Me repite a cada momento “Te amo, no te rindas. ¡Yo creo en ti, vamos!"



lunes, 1 de agosto de 2011

Crecer es una decisión


Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, les harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos. 2 Pedro 1:8

Cierta vez leí que Abraham Lincoln dijo: <<No tengo mucho respeto por un hombre que hoy no sea más sabio de lo que era ayer>>, y me llamó mucho la atención, ¿Crecer de un día para el otro?, me pregunté, ¿Es posible? Con el paso de los años me he dado cuenta de que sí lo es.

Es posible y hasta creo que se trata de una decisión que debemos tomar. A menos que elijamos concientemente crecer, la rutina y el ritmo de la vida de hoy van a hacer que naturalmente nos estanquemos. En la niñez y en la adolescencia nuestro cuerpo crece constantemente. También aprendemos cosas en el colegio y luego en la universidad.

Pero entonces llega un momento en el que crecer deja de ser algo natural que ocurre todos los días.

Por eso las personas más exitosas en todos los ámbitos de la vida han aprendido que crecer debe ser una decisión consciente. Porque a menos que lo sea, dejará de ocurrir “naturalmente”.

Hace un tiempo escuchaba a un amigo quejarse de que la educación termina siendo muy cara, y yo pensé para mis adentros que mucho más cara sale la ignorancia.

El éxito en cualquier área de la vida requiere que aceptemos nuestra responsabilidad. La nota común que se escucha en las partituras de la vida de la gente triunfadora es la de la decisión responsable. Estas personas no esperan a que les llegue la “Inspiración” para ponerse en marcha.

Hoy dan pasos firmes para ser mejores que ayer. Alcanzar un nivel más alto, aprender algo nuevo o aprender lo viejo mejor, depende de cuánto lo busquemos con decisión.