Sabes que cuando viajas a otro país debes presentar tu
pasaporte, el cual tiene tu nombre, tu país de origen y otros datos que certifican
quién eres, sin embargo, ¿Qué pasaría si olvidaras tu nombre o en qué país
naciste? Terminarías sintiéndote desorientado en muchas de tus actividades
diarias, ya que no tendrías claro cuál es tu lugar en la sociedad y cuáles son
tus obligaciones y derechos.
Ahora bien, ¿Sabes que aparte de esa identidad legar también
tienes un pasaporte espiritual que certifica quién eres? Es necesario que
conozcas cuál es tu identidad en Jesucristo a fin de funcionar con todos tus
privilegios y responsabilidades
espirituales.
En Efesios 1 muestra una lista fantástica de los
derechos que posees en Jesús, y Romanos
8 agrega otros privilegios, al igual que 1 Corintios 6:19 (tu cuerpo es morada
del Espíritu) y Juan 15:15 (Eres amigo de Jesús)
La identidad oficial, determina los privilegios y las obligaciones de una persona; Y así
mismo ocurre en el terreno espiritual, no es normal que alguien actúe de manera
contraria a su identidad. Aunque muchos cristianos lo hacen, viven como que si
no tuviera esa enorme lista de privilegios de parte del Señor.
Si eso te ha pasado a ti o te está pasando, quizá la
razón es que no tienes bien establecida en tu mente, tu identidad en Dios. No lo
olvides: Lo que piensas que eres determina tu actitud ante la vida.
A la luz de estas reflexiones, haz lo siguiente: Mírate
en un espejo, luego ve al espejo de la Palabra y repasa tu identidad en Jesús.
Comprende que no eres cualquier persona, de modo que no
puedes actuar como un individuo promedio. ¡Eres extraordinario! No permitas que
otros pensamientos o actitudes se apoderen de ti y te engañen, diciéndote que
no resultas gran cosa. ¡Eres un hijo de Dios! Fuiste colocado en esta tierra
con un glorioso propósito.
Darle honor y gloria al único que lo merece. ¡Eres un
siervo del Señor de los cielos y representante de su reino para bendición de
este mundo! ¡Así que actúa como tal!
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