Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en
todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los
que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios. (2 Corintios 1:3-4)
¿Has
sido decepcionado, herido o maltratado? ¿Has tenido en tu vida cambios o estás
experimentando pérdidas de alguna clase? ¿Has fallado de alguna manera? ¿Estas
simplemente cansado? ¿Cuál es tu problema hoy? Segunda de Corintios nos dice
que Dios desea ayudarte, consolarte cuando lo necesites.
Al
Espíritu Santo se le llama “El Consolador” “Mas el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas
las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14:26) sus
diversos nombres describen Su carácter, revelan lo que Él hace y lo que anhela
hacer por los creyentes; Está dispuesto a hacer mucho por nosotros si estamos
dispuesto a recibir su ayuda.
Recuerdo
que regularmente y hace unos días me enojaba mucho, porque con la persona que
estaba no me consolaba cuando yo sentía que la necesitaba, estoy seguro de lo
que intentaba, pero ahora me doy cuenta de que Dios no le permitía darme el
consuelo que yo debería haber estado buscando en Él; Dios estaba anhelando
darme ese consuelo por medio del Espíritu Santo, ¡Con solo que yo se lo hubiera
pedido!
Dios
permitirá a las personas hacer sólo cierta cantidad de cosas por nuestra vida,
aún las personas que están cerca de nosotros, no pueden darnos en todo momento
todo lo que necesitamos. Cuando esperamos que las personas hagan por nosotros
lo que sólo Dios puede hacer, hemos puesto la esperanza en el lugar equivocado,
y siempre seremos decepcionados.
Ningún
otro consuelo es tan bueno como el de Dios, las personas nunca pueden darnos lo
que realmente necesitamos, o pueda ser que Dios mismo las use para alcanzarnos,
cosa que hace a menudo.
Sea
que Dios use a otras personas para consolarnos, o que Él mismo nos de consuelo
por su Espíritu Santo, permíteme recordarte que Él es el consolador, pide y
recibe su consuelo siempre que lo necesites.
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