jueves, 21 de febrero de 2013

Rompiendo con las estructuras del pasado




Saúl vistió a David con sus ropas militares, le puso un yelmo de bronce en la cabeza  lo cubrió con una armadura.  David se ciñó la espada sobre sus ropas militares y trató de caminar, pues no se las había probado antes. Entonces David dijo a Saúl: No puedo caminar con esto, pues no tengo experiencia con ellas. David se las quitó. (1º Samuel 17:38-39)

En 1º Samuel 17 trata de la confrontación de David con Goliat, pero el pasaje clave que nos ocupa trata de algo diferente: las estructuras tradicionales de Saúl frente a lo nuevo de Dios manifestado en David.

¿Qué hace Saúl cuando entiende que David estaba decidido a enfrentarse a Goliat? Le ofrece sus ropas, su propia armadura y sus armas de guerra. ¡Y lo hace con la mejor de las intenciones! Saúl realmente quería proteger a David equipándolo con lo que a él le había servido en cientos de batallas.

Saúl lo vistió con sus ropas. Eran “sus ropas”: su visión, su forma de interpretar la realidad y de hacer las cosas. Eran sus métodos y formas del pasado. ¿Era malo? ¿Era pecaminoso? ¿Era carnal? ¡No!. Sencillamente no servía para enfrentar esta nueva amenaza. Lo que a Saúl le sirvió en otros tiempos, a David hoy no le servía. 

¿Por qué? Porque David nos habla de todo lo nuevo de Dios. Y lo nuevo nunca heredará lo viejo.

¿Qué es una estructura? es algo que ya está construido.

¿Por qué hablamos de estructuras? Porque las estructuras definen, dan forma, atraviesan cada una de las decisiones, gobiernan en todo lo que se dice y se hace. Las estructuras atraviesan iglesias, familias y vidas individuales. Y cuanto más viejas y arraigadas se encuentran más impiden alcanzar lo nuevo de Dios.

Conociendo lo anterior debes saber que hay limitantes cuando aun no has rechazado, dejado las estructuras del pasado, ¿Por qué hay iglesias muertas que no viven ni entienden la plenitud del Espíritu Santo? ¿Por qué hay creyentes de años que luchan con los mismos pecados y nunca avanzan en su vida espiritual? ¿Por qué hay familias que viven enfermas? ¿Por qué hay dones, ministerios y capacidades que nunca se han manifestado en todo su potencial y plenitud? ¿Por qué un montón de experiencias espirituales nuevas son vividas con culpa?

La respuesta es: por las estructuras limitantes y frustrantes del pasado. Dios anhela que vivas una vida plena, eso habla de una completa libertad en tu vida, no dejemos que nuestro pasado defina nuestro futuro. Nuestro futuro está en las manos de Dios

(1º R.19:19-21) Eliseo se despide de sus padres. Ellos representaban su pasado. Y sigue a Elías. Él representa lo nuevo de Dios para Eliseo.

Otro ejemplo es: Génesis 19:17, 24-26) La mujer de Lot. Ella se dio vuelta para mirar. ¿Por qué lo hizo? Porque añoraba lo que estaba dejando atrás. Terminó como estatua de sal, sin vida.

El pasado te hace vivir apegado a las cosas que viviste y tuviste como si fueran únicas. Y te priva de vivir lo nuevo de Dios. Nuevas revelaciones, nuevos ministerios, nuevos sueños, nuevos logros, nuevos éxitos.

No recordéis las cosas anteriores ni consideréis las cosas del pasado.  He aquí, hago algo nuevo. (Isaías  43:18) Ahora acontece; ¿no lo percibís? Aun en los desiertos haré camino y ríos en el yermo.

miércoles, 20 de febrero de 2013

La tradición









Así por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios. (Mateo 15.6)

Problemas del corazón, cáncer, esclerosis múltiples; Cuando pensamos en enfermedades como estas, que son mortales, esos son los nombres que vienen a nuestra mente, pero la realidad es, que en la iglesia de ahora hay una asesina suelta más mortífera que estas enfermedades y aún otras.

Esto ha destruido más vidas de lo que cualquiera de nosotros pueda imaginarse. Se llama TRADICIÓN. Las tradiciones roban a los creyentes la sanidad, la libertad, el gozo, y la paz. La tradición roba el poder de las promesas de Dios. Hay tres de las cuales debes tener mucho cuidado:

1.   La tradición que dice que no es siempre la voluntad de Dios sanarnos.

¡La voluntad de Dios es sanarnos! Así lo dice Su Palabra. Si no lo crees, entonces tú no puedes orar creyendo que recibiera en Fe, eres como el granjero que se sienta en un pórtico  y dice: “Creo en los cultivos, pero no voy a sembrar ninguna semilla este año, o este mes. Simplemente creeré, y si es la voluntad de Dios, mi cosecha vendrá” 

El granjero nunca verá la cosecha, La fe es la semilla de la sanidad, si tú no la siembras, no crecerá. Una oración que incluye las palabras: “Si es Tu voluntad”, no producirá una cosecha de sanidad. Debes saber sin lugar a dudas que la sanidad es siempre la voluntad del Señor para ti.


2.   Otra tradición que oímos es que la sanidad ya pasó. Que ya no hay milagros.

La palabra de Dios prueba que eso no es cierto. En éxodo 15.26 Dios nos dice: “Yo soy el Señor, que les devuelve la salud”. Dios también nos dice que Él no cambia (Malaquías 3.6).
Dios nunca ha cambiado desde el comienzo del tiempo, para que la sanidad deje de ser, Dios tendría que dejar de existir. ¡Y Él no está por hacer eso!



3.   la tercera tradición peligrosa es: “Dios se glorifica cuando los cristianos están enfermos”.

Esta tradición viola o infringe totalmente la Palabra de Dios. La Biblia dice que la gente le dio la gloria a Dios cuando vieron a los paralíticos caminar y a los ciegos ver. Dios recibe la gloria cuando tú eres sano. ¡No de tu padecimiento!

El mundo está buscando maneras de escapar de las enfermedades y las dolencias, no una manera de entrar en ellas. Acabemos con esas tradiciones y libremos a un mundo herido de la asina más peligrosa.

"Después de varios días, Jesús regresó al pueblo de Cafarnaúm. Apenas se supo que Jesús estaba en casa, mucha gente fue a verlo. Era tanta la gente que ya no cabía nadie más frente a la entrada. Entonces Jesús comenzó a anunciarles las buenas noticias. De pronto, llegaron a la casa cuatro personas. Llevaban en una camilla a un hombre que nunca había podido caminar. Como había tanta gente, subieron al techo y abrieron un agujero. Por allí bajaron al enfermo en la camilla donde estaba acostado. Cuando Jesús vio la gran confianza que aquellos hombres tenían en él, le dijo al paralítico: “Amigo, te perdono tus pecados.” Al oír lo que Jesús le dijo al paralítico, unos maestros de la Ley que allí estaban pensaron: ¿Cómo se atreve éste a hablar así? ¡Lo que dice es una ofensa contra Dios! Sólo Dios puede perdonar pecados.” Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les dijo: ¿Por qué piensan así?  Díganme, ¿qué es más fácil? ¿Perdonar a este enfermo, o sanarlo? Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo del hombre, tengo autoridad aquí en la tierra para perdonar pecados. Entonces le dijo al que no podía caminar: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. En ese mismo instante, y ante la mirada de todos, aquel hombre se levantó, tomó la camilla y salió de allí. Al verlo, todos se quedaron admirados y comenzaron a alabar a Dios diciendo: ¡Nunca habíamos visto nada como esto!" (Marcos 2:1-12) 



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lunes, 18 de febrero de 2013

Deja atrás tu terquedad






Hijo de Altura



En el salmo 78 se describe algunas de las cosas que les sucedieron a los israelitas cuando viajaron desde Egipto hacia la tierra prometida. A pesar de todo el Señor les proveyó para ellos, misericordiosa y milagrosamente una y otra vez, el versículo 8 nos dice que ellos fueron muy tercos y rebeldes durante los años en el desierto. 

Esa fue precisamente la causa por la cual debían morir allí. ¡Sencillamente, no hacían lo que Dios les decía! Ellos le gritaban a Dios que los sacara de problemas cuando tenían, luego respondían a sus instrucciones con obediencia, hasta que las circunstancias mejoraban. Entonces, repetidamente, volvían a ser rebeldes e infieles.

El mismo ciclo se repite hoy en día y registra muchas veces en el Antiguo Testamento que resulta casi increíble. Sin embargo, nosotros no andamos sabiamente muchas veces, desperdiciamos nuestras vidas haciendo las mismas cosas. Cuando leemos sobre los Israelitas y su época del desierto, podemos aprender de sus errores y no repetirlos en nuestras propias vidas. Pero todo depende de dejar atrás nuestra voluntad.

Por naturaleza muchas personas más que otras son tercas, por supuesto, debemos considerar nuestras raíces y cómo comenzamos a andar en la vida, porque eso también nos afecta. 

Yo nací con una personalidad súper fuerte, los años que pasé siendo abusado y controlado, más mi fuerte personalidad, se combinaron para desarrollar en mí el modo de pensar de que nadie iba a decirme qué hacer. Claro, Dios tuvo que tratar con esta mala actitud antes de poder usarme.

Dios exige que aprendamos a renunciar a nuestros propios caminos y ser moldeables y flexibles en sus preciosas manos. Mientras sigamos siendo tercos y rebeldes, Él no puede usarnos.

Yo describo “Terco” como obstinado, difícil de manejar o de trabajar, y “Rebelde” como el que resiste el control, resiste la corrección, es indisciplinado, o rehúsa a seguir directrices comunes. ¡Ambas definiciones me describen tal como era! El abuso que yo había sufrido en mi temprana vida, causó en mí un montón de actitudes no equilibradas hacia la autoridad. Pero si quiero crecer como persona y ser exitoso en la vida, no puedo permitirme que mi pasado se convierta en una excusa para quedar atrapado en la terquedad, la rebelión o cualquier otra cosa que no sea de Dios.

Vivir una vida victoriosa exige una obediencia a Dios rápida y precisa. Crecemos en nuestra capacidad y buena disposición para dejar de lado nuestra voluntad y hacer la de Dios. Es vital que continuemos haciendo progresos en esta área. 

No es suficiente alcanzar un cierto nivel y pensar: “Esto es todo lo lejos que voy a ir. Debemos ser obedientes en todas las cosas: no retener nada ni conservar algunas puertas de nuestras vidas cerradas para el Señor”.

Permite hacer un trabajo concienzudo en ti, para que puedas dejar atrás tú Desierto” y entrar en La tierra Prometida.


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viernes, 15 de febrero de 2013

¡Sujeta tu corazón a Dios!










En estos últimos tiempos para nosotros los jóvenes es tan fácil entregar nuestro corazón a personas, cosas, trabajos, estudios, deportes, hobbies, entre otras cosas. Es tan difícil darle un lugar a Dios, el cual Él merece, que colocamos todo nuestro corazón y pasión en las cosas que creemos que sacian nuestra sed y llenan nuestro vacío. Nos empeñamos en alcanzar sueños que para Dios no son nada comparado a sus planes perfectos para cada uno de nosotros, aun siendo cristianos entregamos nuestro corazón a cualquier persona y cuando notamos que no funciona, que nos hace daño, nos cuesta dejarlo, nos cuesta siquiera hacernos la idea de no obtener lo que queremos o de simplemente aceptarlo, claro está. 

Proverbio 4:23 “Por encima de todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.” 

Este principio estamos cansados de leerlo y meditarlo no? pero lo ignoramos inconscientemente. ¿Por qué? Es tan sencillo… El corazón es tan sensible, en el están nuestras ideas, pensamientos y emociones. Al dejar un poco abierta la puerta, puede entrar lo que sea, tanto lo bueno como lo malo. Al suceder eso es casi imposible resistirse o sacar lo que se metió sin que duela. Porque eso ha hecho un huracán entre lo que piensas, sientes y lo que en realidad sabes que es lo mejor. Y aunque a Dios lo quieras meter en tus decisiones, Dios no podrá hacer nada hasta que tú mismo no decidas salir de ello. Nos volvemos bipolares en cuanto a nuestras decisiones, ya que nuestras emociones están increíblemente descontroladas. 

La buena noticia es que a pesar de que Dios este atado de manos en cuanto a la toma de nuestras propias decisiones, puedes aprender a depender de Él en cualquier circunstancia en la que te encuentres. Somos débiles, pero tenemos a un Dios fuerte, no puedes dejar que todo lo que te hace daño y lo que te estanca te domine. 

Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y trayendo cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo; (2 Corintios 10:4-5)

No son tus emociones ni tus pensamientos lo que te hace daño, es el mismo satanás quien intenta levantar "fortalezas", formas de pensar que te mantengan en ataduras. Bombardea tu mente con pensamientos irritantes. Está dispuesto a invertir el tiempo que sea necesario para derrotarte y mantener tu mente ocupada para que no desarrolles los dones que Dios te ha dado y así evitar que alcances la bendición. Pero Dios no te deja solo en esta lucha, te ha dado armas para que venzas. Es Su palabra, es la oración. Mi oración es que puedas sujetar tu corazón, todo lo que piensas y sientes a la obediencia de Cristo. Derribando toda fortaleza que no te permita avanzar, crecer y recibir las bendiciones hermosas que Dios tiene para ti. Ya las armas las tienes, solo debes usarlas. 

Por lo demás,  hermanos,  todo lo que es verdadero,  todo lo honesto,  todo lo justo,  todo lo puro,  todo lo amable,  todo lo que es de buen nombre;  si hay virtud alguna,  si algo digno de alabanza,  en esto pensad. (Filipenses 4:8)  

Entrégale tu corazón a Dios y no permitas que nada que no venga de El té domine y te sujete. Nuestro corazón en sus manos esta resguardado completamente, nadie nos ama más que El, nadie querrá mas el bien para nosotros que Él. Ábrele las puertas de tu corazón una vez más y enamórate. 


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