“Después Jesús les dijo a todos los que estaban allí: - Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que olvidarse de hacer lo que quiera. Tiene que estar siempre dispuesto a morir y hacer lo que yo mando. Si alguno piensa que su vida es más importante que seguirme, entonces la perderá para siempre. Pero el que prefiera seguirme y elija morir por mí, ése se salvará. De nada sirve que una persona sea dueña de todo el mundo, si al final se destruye a sí misma y se pierde para siempre-”. Lucas 9:23-25
Un discípulo toma su cruz y sigue a Cristo
Elegir ser un discípulo de Cristo es algo más que una afirmación verbal. Requiere sacrificio y entrega diaria.
Cuando sigues las indicaciones de Cristo para ser un discípulo, descubres que es mucho mejor de lo que habías imaginado.
Los siguientes tres puntos son cosas que un verdadero discípulo de Jesús debería hacer:
1. Tus deseos deben ser postergados por los deseos de Jesús para tu vida.
Ser un discípulo significa reconocer que los planes de Dios para tu vida son mejores que los tuyos.
Puede significar hacer sacrificios en tu vida, tales como pasar más tiempo leyendo la Palabra de Dios, enseñar a niños en la Escuela Dominical o emplear tus vacaciones en algún proyecto ministerial.
Así, al renunciar de tus propios planes, te hallarás más cerca del Señor.
2. Debes tomar tu cruz cada día.
Jesús no se está refiriendo a un simple símbolo religioso. En su tiempo, la cruz significaba la más cruel de las muertes. Cualquiera que cargaba una cruz, iba rumbo a una muerte horrible.
Algunos han entendido mal esta afirmación de Jesús, diciendo que tu cruz es tu inconveniencia y problema personal.
Sin embargo, en este pasaje, Jesús habla del acto de morir a ti mismo. En esencia, lo que él desea es que te postres a sus pies y le digas: DESEO HACER MÁS TU VOLUNTAD QUE LA MÍA.
Una vez que hayas tomado esa cruz, experimentarás la vida abundante que Jesús promete a los que le siguen.
3. Debes perder tu vida para salvarla.
El versículo 24 pareciera ser una contradicción cuando lo lees por primera vez. Pero si deseas hallar felicidad y satisfacción, debes ceder por completo el control de tu vida a Jesucristo.
Pablo escribió: “Ya no vivo yo, sino Cristo vive en mi” Gálatas 2:20. Para el discípulo, llevar la cruz no es una carga, como no lo son las alas a un pájaro.
Una vida sometida a Dios es la clave para una vida satisfecha.
¡Aunque es cierto que cuesta mucho ser un discípulo, también es cierto que cuesta mucho más no serlo!
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