jueves, 13 de febrero de 2014

El verdadero amor









El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.”(1 Juan 4:8-12)


El 14 de febrero fue señalado como  día de fiesta en 1969, cuando el calendario católico romano dedicó esa fecha para recordar a San Valentín, martirizado por el emperador romano Claudio. La historia nos dice que San Valentín fue sacrificado porque se dedicó a casar parejas aun cuando el emperador lo había prohibido. El dirigente romano tenía la creencia de que los soldados casados no eran tan buenos y eficientes como los solteros. Además, en la antigua Roma, el 15 de febrero se celebrara el día de la fertilidad o lupercalia, en honor del dios Lupercus. A través de los siglos se han conjugado toda una fecha dedicada a los enamorados; una fecha en que se intercambian mensajes y obsequios para demostrar amor y amistad a los seres más cercanos. Hoy en día se ha convertido en una festividad más comercial que emocional, sin embargo Dios ha demostrado su amor y amistad a nosotros desde el principio mismo de la humanidad, y es Jesús quien hoy nos habla acerca de la amistad y el verdadero amor de Dios para con nosotros.


I.            JESÚS YA NOS MOSTRO SU AMOR


“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13)


Cristo asegura de manera categórica cual es el mayor amor que ha existido. Hay diferentes manifestaciones de amor por ejemplo: El amor de una madre hacía sus hijos, el amor de pareja, el amor de los hijos, y podemos pensar que estas manifestaciones de amor son sublimes; pero el Señor Jesús nos muestra cual es el amor más grande que existe y es: “…que uno ponga su vida por sus amigos” y Jesús puede hablar de esto con suficiente autoridad. Fue Jesús el que dejo los cielos para venir a la tierra (Filipenses 2:1-11) de encarnarse y habitar entre nosotros durante tres años, andar por los caminos y sanar enfermos, resucitar muertos, consolar afligidos, animar a los desanimados y la mayor manifestación de amor por nosotros: dejarse culpar, enjuiciar y morir por nuestras culpas en una cruz.


Jesús no tenía ninguna necesidad de eso; pero por amor a los seres humanos; manifestó amistad y amor haciendo todas esas cosas. Por eso él puede decir que el mayor amor que existe es: Dar la vida por sus amigos. Jesús la dio por nosotros para reconciliarnos con el Padre.


Cuando enfrentemos momentos difíciles y a nuestra mente vengan la maligna idea de que Dios nos abandona; pensemos que  Él ya demostró su amor y lo hizo en una cruz por nosotros; logrando con eso que tengamos amistad con Dios.
 

II.         SOMOS AMIGOS DE JESÚS PORQUE ÉL NOS ESCOGIÓ


“No me elegisteis vosotros  a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:16)


Cuantos de nosotros hemos buscado un amigo que nos entienda, que nos ame incondicionalmente, que nos acepte tal y como somos con nuestros defectos y virtudes; quizá en algún momento de nuestra vida pensamos que lo habíamos encontrado y de repente ¡PUM! Traición o enojo, en algún momento hemos sido rechazados por algún grupo de amigos, de sociedad, de iglesia, pero que lindo saber que Jesús nos escogió primero; eso no habla de que somos obligados a quererlo; sino a algo más grande; que Él nos ama tanto que “viéndonos nos escoge como sus amigos” ¡Sí!, Dios mismo nos elige a ser amigos de Él ¿Él puede amarnos tanto sin tomar en cuenta de cómo somos, de dónde venimos o lo que hayamos hecho? Él sabe todas las cosas; y  aun así tiene deseos de entablar amistad contigo y conmigo. 


Debemos sentirnos muy especiales en haber sido elegidos por Cristo a formar parte de su círculo de amigos; dependerá de cada uno el recibir esta amistad o rechazarla. Decídete hoy a ser amigo de Jesús, recíbele en tu corazón y Él nunca te abandonará. Los hijos de Dios no celebramos a San Valentín pero si celebramos a Jesús, aquel que nos amó primero, nuestro mejor amigo.



Joven este día es un buen pretexto para que compartas este regalo más maravilloso que hay dentro de ti, el amor de Jesús; testifica del más grande amigo que podemos tener, cuenta lo que ha hecho de ti, que ha sido el único que ha creído en ti. Jesús no es un mito o una leyenda; tampoco es una fuerza magnética o espiritual. Es un ser real, auténtico y con deseos de ser tu amigo incondicional y de acompañarte en cualquier circunstancia que vivas; esta incluso dispuesto a estar contigo hasta la eternidad; solo es que queramos recibirlo y Él hará lo demás. No lo pienses más; nadie más puede ofrecerte este regalo de amor y amistad; el amor de Dios es lo máximo.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Entregando tu TODO a Dios










“Ama a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales.” (Marcos 12:30 TLA)

En este pasaje lo que nos quiere decir es sencillo de entender aunque muchos lo ignoran, y no me digas que tú en algún momento no lo ignoraste como yo también; no es “Amaras al Señor con una parte de mente, de tu corazón, de tus fuerzas, de tu ser” sino más bien,  Lo amaras con TODO (dudas, problemas, dificultades, adversidades, sentimientos, emociones, tentaciones  etc.) y TODO es todo.

En la actualidad la juventud, quiere ser tocada por Dios, quieren ser personas en constante movimiento, de orar, de sanar enfermos por medio del poder que Dios les ha dado, conocerle más, sentirlo más,  verlo en cada cosa que emprenden, y al no darles ningún resultado se deprimen, pero yo te pregunto, ¿Estas dejando TODO lo que te aleja de Él? 

Te cuento con mi testimonio, tuve una relación difícil hace unos meses, donde pasaron diversas cosas, y sobre todo la traición,  y aun con todo, seguía insistiendo, no podía renunciar al mismo dolor, me costó lágrimas, desvelos, ruegos en vano, para que nada terminara bien, pase dos meses constantes en la misma situación, y no miraba salida, corría y no salía del mismo circulo,  caminaba y no podía salir, y era imposible, mi problema no era realmente un problema, era algo que yo no había entregado a Dios y por resultado el sufrimiento, el dolor, y la decepción, hasta que Dios me dio ese pasaje entendí, aunque muchas veces lo leí no entendía, y tuve que vivirlo y golpearme para entender que no puedo amarle a medias, ni solo cuando esté disponible para él.

Este tiempo he experimentado cosas maravillosas en Él, tanto así que abrió puertas que no pensé que se abrirían, y muchas veces como pródigos, le pedimos todo a Dios, una persona con quien compartir, un buen teléfono, una buena biblia, dinero, un buen auto, o hasta incluso el mejor cuerpo, pero.. ¿De qué sirve todo eso si perdiéramos lo más importante?
Cuando amamos a medias a Dios, nos enfrentamos con el vacío, que el mismo creo para buscarle, y lastimosamente muchas veces caemos en el error de llenarlo con alguna cosa, con alguien, con algo que deseamos hacer para matar el tiempo, más que eso necesitamos estar en Su presencia, Dios no se va a revelar, ni dará visiones a necios, ni personas que a medias lo adoren, recuerdas lo que Él dijo, está buscando VERDADEROS adoradores, piensa en tu eternidad. Piensa en el futuro, y las bendiciones o maldiciones que estas heredando a tus hijos o futuros hijos, y sobre todo a esta generación que esta sedienta por amor, y a veces el amor pasajero, el cual no dura, el cual traiciona, el cual decepciona, nada comparado como Su amor, así mismo debemos amar, así mismo debemos levantar, y exhortar, y no pisotear. Pues si decimos que le amamos con TODO, pero hablamos mal del prójimo, calumniamos, damos falso testimonio, recordemos que al engañamos no es a Dios, sino a nosotros mismos, hay que asumir los errores.

Hoy te reto, si estas dejando a Dios por tu teléfono, por tu Tablet, y computadora. Es momento que ya sueltes eso, el Reino de los cielos es para los que se esfuerzan, y los que se esfuerzan tratan de buscarle, tratan de servirle, y tratan de levantar a todo aquel que necesite del verdadero amor.

No pierdas más tú tiempo dándole tu TODO a aquello que en algún momento será tu nada, la eternidad es mil veces mejor que lo pasajero.

Dios quiere revelarte cosas grandes, quiere mostrarte su gloria, pero él no se mostrará con personas a medias, que solo tienen la boca llena de palabras, pero no de hechos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Consuelo en Dios






 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. (2 Corintios 1:3-4)

¿Has sido decepcionado, herido o maltratado? ¿Has tenido en tu vida cambios o estás experimentando pérdidas de alguna clase? ¿Has fallado de alguna manera? ¿Estas simplemente cansado? ¿Cuál es tu problema hoy? Segunda de Corintios nos dice que Dios desea ayudarte, consolarte cuando lo necesites.

Al Espíritu Santo se le llama “El Consolador” “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14:26) sus diversos nombres describen Su carácter, revelan lo que Él hace y lo que anhela hacer por los creyentes; Está dispuesto a hacer mucho por nosotros si estamos dispuesto a recibir su ayuda.

Recuerdo que regularmente y hace unos días me enojaba mucho, porque con la persona que estaba no me consolaba cuando yo sentía que la necesitaba, estoy seguro de lo que intentaba, pero ahora me doy cuenta de que Dios no le permitía darme el consuelo que yo debería haber estado buscando en Él; Dios estaba anhelando darme ese consuelo por medio del Espíritu Santo, ¡Con solo que yo se lo hubiera pedido!

Dios permitirá a las personas hacer sólo cierta cantidad de cosas por nuestra vida, aún las personas que están cerca de nosotros, no pueden darnos en todo momento todo lo que necesitamos. Cuando esperamos que las personas hagan por nosotros lo que sólo Dios puede hacer, hemos puesto la esperanza en el lugar equivocado, y siempre seremos decepcionados.

Ningún otro consuelo es tan bueno como el de Dios, las personas nunca pueden darnos lo que realmente necesitamos, o pueda ser que Dios mismo las use para alcanzarnos, cosa que hace a menudo. 

Sea que Dios use a otras personas para consolarnos, o que Él mismo nos de consuelo por su Espíritu Santo, permíteme recordarte que Él es el consolador, pide y recibe su consuelo siempre que lo necesites.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Promesas rotas









Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.” (Eclesiastés 5:4)

Es muy común que nosotros prometamos hacer ciertas cosas solo por salir de un compromiso; ya sea porque nuestros padres nos están imponiendo algo o alguna otra persona necesita de algún favor nuestro.

A las personas que generalmente les prometemos cosas son a nuestros padres; cosas que a veces ni las cumplimos. Cuando necesitamos de algún permiso de ellos y sabemos que nuestro comportamiento no ha sido el mejor, le prometemos que nos portaremos bien y que ya no nos meteremos en problemas. Hacemos esta promesa solo para ganar nuevamente su confianza, sabiendo que nuestra intención no es cumplir lo que hemos prometido.

Y así continúan nuestras promesas, ya no solo le prometemos cosas que no cumpliremos a nuestros padres, lo hacemos también con nuestros amigos. Cuando hemos cometido algún error lo queremos reparar haciendo un pacto de volver a cometer esa falta que puso en peligro la amistad, pero al tiempo se nos olvida lo que habíamos prometido y volvemos a hacer la misma cosa que juramos no hacer.

También las promesas sin cumplir que no falta son las que les hacemos a nuestra pareja, cuando hay cierto problema en una relación se recure a lo más fácil para solucionarlo: una promesa.

El novio o la novia prometen a su pareja ciertas cosas que no harán con el propósito que la persona afecta en esa relación se da el perdón y así arreglar el “mal entendido”.

Pero como hemos observado estas promesas comienzan en nuestra casa tratando de sobornar a nuestros padres con promesas sin cumplir.

Vemos que el hacer una promesa compromete a la otra persona ha darnos una oportunidad y tomamos ventaja de esto, acudimos a las promesas como “auxilio” a situaciones en las que no sabemos cómo resolverlas porque sabemos que hemos fallado.

Se nos ha vuelto una costumbre realizar promesas, muchas de ellas no las cumplimos aunque algunas otras sí. Pero si analizamos cuantas promesas hemos hecho a diferentes personas y evaluamos si en realidad las hemos cumplido, creo que encontraremos mas promesas sin cumplir.

Pues esto mismo queremos hacer muchas veces con Dios. Cuando estamos atravesando por alguna dificultad o hay una petición que queremos que Dios nos conceda, acudimos a las promesas. Prometemos a Dios que asistiremos más a la iglesia con la intensión de “tocar” su corazón para que escuche y responda nuestra suplica.

Por un tiempo cumplimos con esa promesa que le hicimos a Dios, asistimos un día más a la iglesia mientras él contesta nuestra petición pero poco tiempo después nos aburrimos y dejamos de asistir los días que habíamos prometido.

Cuando hacemos estas promesas muchas de ellas no son pensadas, algunas veces solo las decimos por la aflicción o la emoción del momento pero no las decimos porque en realidad las sintamos. Es muy importante que cuando estemos en oración con Dios y estemos pensando en hacerle una promesa, meditemos verdaderamente lo que vamos a decir.

Pensemos si lo que vamos a pactar con Dios es algo que seremos capaces de hacerlo pero sobre todo si seremos capaces de cumplir con esa promesa; es decir si vamos a hacer el esfuerzo que se requiere para que la promesa se efectué.

Si en realidad queremos hacer una promesa con Dios, porque queremos que nos conceda algo, no hagamos esa promesa por emocionalismo. A Dios le agrada que nuestra promesas sean reales y que lo que digamos verdaderamente lo cumplamos, no pretendamos ser con Dios como somos con las demás personas.

Dice su palabra que no tardemos en cumplir con nuestra promesa, no prolonguemos el tiempo para realizar lo que prometimos, ya que Dios no es un juego y es una persona que se merece todo nuestro respeto.

Pero sea vuestro hablar: sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37)

Dios quiere que si le vamos a prometer algo que lo cumplamos. Dios no quiere que hagamos las cosas a medias quiere que seamos claros en nuestro hablar y que meditemos bien las cosas antes de decirlas.

mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas” (Eclesiastés 5:5)

Dios conoce lo más profundo de nuestro corazón y sabe muy bien que hay cosas que no las vamos a poder cumplir. Es por eso que nos deja este versículo donde nos aclara que a veces es mejor que no le prometamos nada a que hagamos una promesa solo por la emoción del momento o la preocupación y que después no podamos cumplir con lo que prometimos.

Dios no concede nuestra peticiones por hacerle promesas, Dios contesta nuestras suplicas por misericordia. Pero esto no quiere decir que solo él tiene que hacer todo el trabajo, también nosotros debemos esforzarnos por ser mejores y que de esta manera Dios vea nuestra luchas y con más razón nos cumpla nuestros anhelos.

No intentemos sobornar o chantajear a Dios con promesas que después no cumpliremos es mejor ser claros con Dios decirle nuestras debilidades y que sea su misericordia que se mueva a nuestro favor.